¡Salud, artesanos!: Escrito por Enrique Martínez y Morales.

1 junio 2015
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martinez1-300x233México es un país “cocacolero”. A pesar de lo difícil que resulta concebir un encuentro futbolístico o un convite informal frente a un asador sin una hielera repleta de cervezas, su consumo en nuestro país apenas llega a los 60 litros anuales, lo que equivale a menos de la mitad de lo bebido por los checos y representa la tercera parte de la ingesta de “chescos”.

En el consumo de bebidas azucaradas ocupamos un nada honroso primer lugar a nivel mundial, con más de 180 litros por persona al año. Claro, falta conocer el impacto real de las medidas impositivas y saludables implementadas por el Gobierno para desincentivar el consumo de estas bebidas.

En el marco del Festival de la Cerveza 2014 leí una declaración del director de “Cerveceros de México” en torno a los objetivos del evento: “Hacer que el mexicano esté orgulloso de la cerveza mexicana, como el alemán se siente orgulloso de la industria automotriz, el francés por los perfumes y el italiano por el diseño”.

Después de la venta de la “Cuauhtémoc-Moctezuma” a la holandesa “Heineken” y de la adquisición de la “Modelo” por la norteamericana “Constellation Brands”, me pregunto: ¿A qué “cerveza mexicana” se referiría el vocero de los cerveceros mexicanos?

Aunque el capital es extranjero, las inversiones y los empleos se generan en nuestro país, por lo cual es una industria que se debe seguir impulsando. Nada más en Nuevo León, las inversiones relacionadas con la fabricación de cerveza ocuparon el primer lugar por rama manufacturera en la última década.

Hay otros productores que lo hacen de forma artesanal, arriesgando su capital mexicano. Se estiman más de 100 en el país, en su mayoría jóvenes emprendedores y visionarios que buscan poner en alto la calidad y el sabor regional de la cerveza nacional.

Enfrentan muchos obstáculos, generados principalmente por la falta de economías de escala. Uno de ellos es la estructura impositiva, que al calcularse como proporción del precio de venta y no como cuota a la unidad los obliga a pagar casi el triple de contribuciones que las cervezas industriales.

Impulsar la cerveza artesanal es una buena estrategia para fomentar la industria nacional y el turismo gastronómico. No se trata de estimular su consumo entre quienes acostumbran beber, sino de que quienes no lo hacen sustituyan, en alguna comida, su tradicional gaseosa por una deliciosa cerveza artesanal.

Con medida y responsabilidad, por supuesto.

¡Salud, artesanos!

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