El valor de la paciencia Por: Enrique Martínez y Morales

19 diciembre 2022
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Cómo han cambiado muchas cosas desde que yo era niño. Y, desgraciadamente, no todos los cambios han sido para bien.

El progreso tecnológico, sin duda, ha significado un avance importante para la humanidad, pero nos está cobrando la factura en el desarrollo y formación de nuestros hijos.

Antes, nuestros padres batallaban para que dejáramos de jugar en el parque y volviéramos a la casa; ahora la lucha es inversa: hacer que suelten la tablet y disfruten alguna actividad al aire libre.

Para nuestros jóvenes también se visualizan riesgos importantes.

Antes, cuando queríamos comunicarnos con alguien a la distancia había que escribir una carta, depositarla en correos y esperar pacientemente varias semanas hasta que llegara la respuesta.

Para tomar fotos era toda una odisea. Teníamos que llevarlas a revelar y esperar varios días a que el estudio las entregara.

Si se nos pasaba alguna película en el cine, teníamos que esperar meses enteros a que llegara a los anaqueles de Blockbuster.

El caso de la música era muy similar. Había que aguardar semanas desde el lanzamiento de una canción en la radio hasta que se vendiera el disco o el casete.

Si queríamos ir de compras había que aguantarse las ganas hasta que fuera fin de semana para ir al centro comercial. Para conocer las noticias había que esperar al noticiero de la noche o la llegada madrugadora del periódico.

Ahora, con el correo electrónico, los documentos llegan en fracciones de segundo.

Las llamadas las realizamos desde nuestro móvil, convertido en cámara fotográfica profesional. En aplicaciones podemos ver películas que aún están en el cine sin las molestias de rentarlas.

La tecnología permite que bajemos de inmediato nuestra canción favorita. Compramos desde nuestra computadora y al poco tiempo recibimos los productos en nuestra casa.

Nos enteramos de lo más importante al instante mediante las redes sociales.

El riesgo que corren nuestra niñez y juventud es que están perdiendo la virtud de la paciencia. No saben esperar y quieren una gratificación inmediata. Eso los hace vulnerables y a valorar poco las cosas.

Como padres tenemos ese reto. Inculquémosles el valor de la paciencia.

Después de todo, no les pasará nada si esperan un día más para abrir un regalo o recibir una recompensa.

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