Existe una interesante línea divisoria entre la simple fantasía del fenómeno zombie, y la crítica social que este juicio cultural representa. Esta semana falleció George Andrew Romero a sus 77 años, y con él se fue también, una inteligente y deliciosa crítica a la esclavitud humana moderna. No resulta lo mismo apreciar el concepto que Romero creó desde el punto de vista simplemente artístico, que intentar descifrar el mensaje intelectual legado a través de su particular trabajo. Seguramente, si usted analiza el contenido de sus filmes desde la óptica que a continuación esbozo, valorará en una dimensión muy distinta, este genial reproche a la tendencia actual de nuestra evolución.
Desde la mítica «Noche de los muertos vivientes» de 1968, el nudo conceptual aunque parezca extraño, no lo representan los muertos vueltos a la vida, sino la lucha y competencia entre los propios seres humanos vivos por sobrevivir. En la cinta apreciamos además, claros mensajes en contra del racismo, Vietnam y la Guerra Fría.
Diez años después en «El amanecer de los muertos» de 1978, la crítica se enfoca particularmente en el consumismo. Mientras que en «El Diario de los muertos» de 2008, Romero se adelanta a su tiempo realizando una magnífica apreciación sobre abuso de la tecnología y los medios de comunicación. Todos ellos, conceptos que actualmente representan eslabones en la cadena de esclavitud que como sociedad, experimentamos de manera inconsciente día con día.
Se puede disfrutar el cine de Romero como simple creación fantástica, pero al mismo tiempo, podemos apreciar en su profundidad una delicada, subliminal y constante reflexión a la naturaleza humana que finalmente será la única causante de nuestra propia extinción. O dígame usted, ¿Qué otro monstruo puede resultar más aterrador, que vernos en un espejo corruptos y descompuestos, en un futuro que a todos nos alcanzará invariablemente? Personalmente, mi fascinación por la temática existe, gracias al miedo que logra transmitirme esa masa de seres humanos, que tristemente van dejando de pensar, y que como hordas de zombies esclavizados y faltos de humanidad, suelo encontrarme a diario.
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