Algo que vale la pena contar ALBERTO BOARDMAN

19 mayo 2017
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Los seres humanos somos mentirosos por naturaleza. Mentimos de manera consciente e inconsciente y lo hacemos porque así funciona la sociedad. La mentira forma parte un acuerdo consentido entre emisor y receptor, aceptamos el reto de jugar a creer y leemos entre líneas los mensajes cifrados en palabras, gestos y miradas. Desde el crecimiento formamos nuestra personalidad en base a una cultura sustentada en las llamadas mentiras piadosas: “El Coco”, “Santa Claus”, “El ratón de los dientes”, forman parte de la dupla premio–castigo. Se llaman “piadosas” porque en teoría dichas mentiras tienen como objetivo educar en conceptos y valores más altos, como la obediencia o el buen comportamiento.

Mentimos no sólo a través de la palabra: usar peluquín, maquillaje, cambiar el color del cabello, cirugías estéticas, el perfume que consiste en un distractor que miente sobre nuestro olor corporal. Mentimos para quedar bien, para encajar en el rompecabezas social, así lo exigen en su mayoría las normas de conducta: ¡Qué bonito el color de tu casa!  ¡Qué guiso tan sabroso! ¡Qué bien te luce ese vestido! Son trucos verbales frecuentemente utilizados para no herir susceptibilidades. Nos mentimos a nosotros mismos sentenciando “una no es ninguna” y nos tomamos ese refresco o dulce a pesar de ser conscientes de nuestro sobrepeso. Si decimos no tengo tiempo para leer, para hacer ejercicio, logramos construir justificaciones basadas en mentiras. Mentimos defendiendo los derechos de los animales y no somos capaces de mantener dignamente el cuidado de nuestra propia mascota. O cuando exigimos que nuestros representantes políticos o religiosos hagan todo por nosotros y nunca en la vida hemos participado en una actividad desinteresada en beneficio social.

Los seres humanos mentimos porque funciona y relegamos la práctica de la verdad, la despreciamos, ahí está por ejemplo el famoso dicho popular “Los niños, los locos y los borrachos, siempre dicen la verdad”. Al final son más los que rezan con los mismos labios que usan para mentir. Por ello, lo menos que podemos hacer es mentir con elegancia, total, verdad simulada, no es mentira.

Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.                                     Contacto: [email protected]  –  Twitter: @AlBoardman

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