Quiénes son y cómo viven los 200 miembros de la tribu india acusada de matar a un misionero estadounidense

27 noviembre 2018
Visto: 1262 veces

 

“Esta tribu no es hostil y se necesita una estrategia para evitar una epidemia en una comunidad tan pequeña”, explica a EL PAÍS el antropólogo Trilok Nath Pandit, con un débil hilo de voz. El experto octogenario sabe de lo que habla, ya que es el único superviviente de la expedición que consiguió contactar con la minúscula y aislada tribu que, involuntariamente, ha centrado parte de la atención internacional en los últimos días y por la que las autoridades de India se enfrentan a un dilema sanitario, diplomático y ético tras la desaparición de un ciudadano estadounidense a orillas de Sentinel del Norte, isla del archipiélago de Andaman y Nicobar.

“Hay que tener paciencia. Cualquier reacción desmedida o uso de fuerza contra un grupo tan pequeño puede tener consecuencias mortales para su población”, insiste Pandit, que tardó 20 años en poder interactuar con el centenar de sentileses que habitan el islote. Pero el tiempo pasa y no hay soluciones al acertijo de cómo recuperar los restos de John Allen Chau y prevenir las enfermedades debido a la descomposición de su cuerpo sin evitar el riesgo de contagio de virus que una nueva expedición puede llevar a la isla. Por ellos se han cancelado las operaciones de rescate del joven americano de 24 años.

Sin noticias de Chau desde que hace dos semanas se aventurase a la isla violando un territorio protegido, autoridades y familiares le dan por muerto. Pero la policía solo ha conseguido llegar a 400 metros del lugar donde fue visto por última vez, retrocediendo tan pronto como divisaron a un grupo de hombres con arcos y flechas. Las mismas armas con las que Chau fue atacado y raptado, según declararon los pescadores que le acercaron a la orilla y quienes dicen haber visto a los aborígenes enterrar el cuerpo.

Las autoridades indias han pedido asesoramiento a expertos. Antropólogos y activistas se muestran partidarios de abortar la operación para evitar cualquier enfrentamiento con la comunidad local, incluido el equipo del Estudio Antropológico de India (ASI, en sus siglas en inglés), el único que ha conseguido establecer contacto con la tribu. Y Pandit se muestra tajante: “Esta comunidad es muy vulnerable a la interacción con los forasteros. Su vida se pone en riesgo con este tipo de encuentros. La prioridad ahora son ellos”.

Hay que tener paciencia. Cualquier reacción desmedida o uso de fuerza contra un grupo tan pequeño puede tener consecuencias mortales para su población

TRILOK NATH PANDIT, ANTROPÓLOGO

En 1967, el centro dependiente del Ministerio de Cultura envió a una expedición de 20 miembros a Sentinel del Norte con el objetivo de recopilar información de la misteriosa tribu que habitaba la isla. “No sé si fue coincidencia, suerte o destino; pero nos dejaron entrar”, describe Pandit, entonces un treintañero. En base al tipo de vivienda y utensilios que vieron los investigadores, el estudio les llevó a concluir que los sentileses, una comunidad de entre 150 y 200 miembros, habían habitado la isla desde hace unos 2.000 años. Pero no fue hasta 1991, y después de numerosas aproximaciones, cuando el equipo de Pandit consiguió interactuar con la tribu. “Les llevamos cocos y otros bienes cerca de la orilla sin problema. Llegamos y nos fuimos pacíficamente”.

Pandit insiste en negar que la comunidad sea violenta, como se ha dado a entender desde que se conoció el incidente con joven americano. “Los sentileses solo son una minúscula comunidad vulnerable que trata de defenderse de un grupo dominante”, explica. “Como individuos, pueden contraer enfermedades. Como colectivo, también se exponen a los riesgos de ser explotados por una población más poderosa. No solo son un grupo mucho más pequeño, sino que tampoco tienen las herramientas ni la tecnología para defenderse y preservar sus costumbres”, detalla el que también fue director del Estudio Antropológico de India.

“Lo siento por el joven, pero [adentrarse en la isla] fue una temeridad”, se lamenta Trilok Nath Pandit, quien no se explica cómo es posible que John Allen Chau llegase hasta orillas de la isla sin ser visto por las autoridades marítimas. Medios locales señalan que Sentinel del Norte era una de las 29 islas que se pueden visitar desde el pasado agosto, cuando India levantó la obligación de tener permiso de viaje a varios espacios naturales para fomentar así el turismo y el desarrollo. Por su parte, la policía dice que la presencia de extranjeros está prohibida en las inmediaciones, aunque investigadores locales alegan falta de control marítimo en la zona.

Evangelizar

Según lo publicado en base su diario, el joven americano manifestó su propósito de evangelizar a la comunidad local, ante lo que Pandit opina: “No se puede permitir la imposición de valores y obligaciones en base a creencias que una tribu local no ha elegido. El desarrollo natural se produce cuando la propia comunidad tiene la posibilidad de experimentar la diversidad de religiones e ideologías del mundo y elegir voluntariamente la que más le conviene en función de sus aspiraciones colectivas e individuales”.

A la espera de saber si se reanuda la búsqueda del cuerpo, Pandit alerta sobre el peligro que supone insistir en contactar con una comunidad tribal que ha rehusado interactuar con resto del mundo durante milenios: “Acabarán cogiendo los malos hábitos de los visitantes, como ha ocurrido en el pasado. Quizás quieran interactuar con nosotros en el futuro. En ese caso, serán ellos los que nos inviten a visitar su comunidad. Pero hay que dejarles decidir cuándo y cómo sucederá, si es que sucede”.

Información de: el País

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *