Encontrarse con artículos navideños en las tiendas y comercios es señal inequívoca de que estamos ya en la recta final del año. Y no es que Nicolás Maduro haya decretado que la Navidad comenzaría a partir del 1º de octubre la razón por la que en nuestro país los comerciantes exhiban anticipadamente productos propios de las épocas decembrinas, sino porque tratan de elevar sus ganancias al máximo.
A dos meses de que concluya el año, es buen momento para planear. Y no nada más es tiempo propicio de desempolvar la lista de propósitos comprometida diez meses atrás y buscar la ruta más eficiente para cumplir o resolver los que nos falten, sino estructurar nuestras finanzas personales: proyectar los ingresos y planear los gastos.
Lo primero que tenemos que hacer es contabilizar los recursos que recibiremos de aquí a finde año por las rentas de los bienes que arrendamos, las utilidades de las empresas en participamos, el retorno financiero por las inversiones que tenemos en el banco o en casa de bolsa, el pago de préstamos realizados y el que recibimos como fruto de nuestro trabajo, incluido el aguinaldo y los bonos de productividad.
Después hay que sumar los gastos fijos e ineludibles, como rentas, colegiaturas, recibos de servicios, parcialidades de algún bien adquirido, mantenimientos programados y los impuestos y derechos propios del arranque de cada año. Al restar los primeros de los segundos podemos tener una idea de los recursos disponibles para enfrentar los gastos de las épocas que se aproximan.
Con una buena planeación basada en lo anterior y con tiempo podemos explotar el Buen Fin de una forma más eficiente. Con pocos pasos podemos ahorrar muchos pesos. Comparando y buscando las mejores ofertas generaremos un ahorro importante a nuestra economía y estiraremos más nuestros recursos.
Debemos ser cautelosos de la infinidad de promociones que se nos presentarán en los próximos días. Muchos descuentos por pago de contado serán artificiales y los meses sin intereses no siempre son la mejor alternativa.
Claro que podemos recurrir al crédito, siempre y cuando el bien que estemos adquiriendo tenga una vida útil superior a la del periodo del pago. De esta suerte será como pagar una renta por su uso, con la ventaja que al final será nuestro.
Otra regla no escrita para el uso correcto de la tarjeta de crédito es que nunca debemos endeudarnos más allá de los ingresos que vayamos a tener disponibles, esto es después de descontar el pago de los gastos fijos, dentro de los próximos tres meses. Si fallamos en el pago debemos recordar que el apalancamiento más caro es precisamente el de las tarjetas de crédito y más en un contexto de tasas de interés altas.
Con una buena planeación financiera estaremos preparándonos para enfrentar la recta final del año y en las fechas importantes nos estaremos preocupando más por convivir en familia que por nuestra cuenta bancaria.