Desafíos éticos Por: Enrique Martínez y Morales

15 abril 2024
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El béisbol, uno de mis deportes favoritos para disfrutar ya sea en el estadio o desde la comodidad del hogar a través de la televisión, tiene el poder de mantenerme cautivado durante horas. Cada lanzamiento, cada batazo y cada jugada estratégica me sumergen en un mundo de emoción y suspenso que pocas otras actividades pueden igualar. No por nada es el rey de los deportes.

Aunque algunos equipos mantienen sus tradiciones, como los Yankees de Nueva York que prohíben a sus jugadores el cabello largo o la barba, el beisbol evoluciona y se adapta a los tiempos. Con la nueva regla de limitar el tiempo de cada pichada y de los cambios de entrada, los juegos ahora son más cortos y sus horarios de finalización más predecibles.

En este deporte, a diferencia de otros, los latinos destacan por su habilidad y pasión, aportando una energía única al juego. Desde estrellas consolidadas hasta jóvenes promesas, los jugadores latinos han dejado una marca indeleble en la historia del béisbol. En las nóminas de las grandes ligas los apellidos en castellano son los predominantes.

Por eso llama la atención que el jugador que ha conseguido el contrato más cuantioso de la historia del deporte, superando incluso a los de Messi y Ronaldo, no sea de origen latino, ni siquiera anglosajón, sino oriental. Shohei Ohtani, beisbolista japonés, logró recientemente un contrato de 700 millones de dólares con los Dodgers de los Ángeles.

La nota de su contratación fue opacada por la controversia que generó la publicación del pago a un corredor de apuestas desde sus cuentas por muchos millones de dólares. Para un jugador profesional que puede influir en el resultado de un partido eso es un delito en Estados Unidos y lo dejaría inhabilitado de por vida.

Ohtani culpó a su traductor del abuso de confianza y del desfalco. Al no hablar inglés, tenía una alta dependencia en él para su manejo personal y financiero. Hasta ahorita el jugador japonés la va librando y lo más seguro es que su traductor sea declarado culpable, aunque las dudas sobre la integridad del juego y el fantasma del conflicto de interés seguirán presentes.

Ohtani es ya todo un fenómeno. Es un modelo de disciplina deportiva, propia de la cultura japonesa de la que proviene, que se refleja en su comportamiento en el campo y en sus logros, los que se dicen serán superiores a lo de Baby Ruth.

Pero para poder triunfar en la vida, dejar realmente una huella y un legado, ya no solo es necesario un gran esfuerzo, practicar las habilidades natas o ser exitosos en el desempeño profesional, sino también se requiere actuar con una ética impecable y una honestidad incuestionable. En un mundo tan convulso y tan falto de valores, ese es el verdadero desafío.

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