A lo largo de la historia de México se han suscitado eventos que han marcado el destino del país para siempre. Sin duda alguna, la Conquista de México por parte de los españoles y la caída de lo que era la capital del imperio mexica, Tenochtitlan, ha sido uno de estos eventos, que si bien provocó la fusión de dos nuevos mundos, también fue el fin de las culturas mesoamericanas tal y como se conocían.
El último tlatoani mexica fue Cuauhtémoc, que en náhuatl quiere decir “águila que desciende”. Éste tomó el liderazgo de Tenochtitlan luego de que Moctezuma muriera, supuestamente, por heridas que le provocaron rocas lanzadas por el mismo pueblo mexica, harto de que su huey tlatoani accediera a todos los caprichos de los conquistadores, encabezados por Hernán Cortés.
Luego de la muerte de Moctezuma, ascendió al poder su hermano Cuitláhuac , quien era señor de Iztapalapa. Poco duró su mandato, pues aproximadamente 80 días después de tomarlo, murió a causa de la viruela, enfermedad traída por los españoles al país, la cual se convirtió en una epidemia que costó la vida de cientos de indígenas.
Cuauhtémoc era primo de Moctezuma y Cuitláhuac, y era hijo de Tlillalcáptl y del tlatoani Ahuízotl. Tenía unos 25 años cuando tomó el poder, y según Bernal Díaz del Castillo, impresionaba a todos por su “muy gentil disposición, así de cuerpo como de facciones”, pero sobre todo porque “era muy esforzado y se hizo temer de tal manera que todos los suyos temblaban de él”.
El joven príncipe asistió al Calmecac, escuela en la que se educaba a los nobles. Pronto destacó como combatiente, y luego de alcanzar el grado de tlacatécatl lideró los ejércitos de Moctezuma en diversas campañas, lo que le valió el mando militar de Tlatelolco, la ciudad gemela de Tenochtitlán, en donde caería definitivamente el imperio mexica a manos de los españoles el 13 de agosto de 1521.
Cuauhtémoc fue posiblemente uno de los primeros en inquietarse al ver la presencia de los españoles y sus hombres en la ciudad, desde noviembre de 1519, cuando los recibió Moctezuma. Tras la matanza de Tóxcatl, durante una celebración religiosa en el Templo Mayor, por parte de los españoles a cargo de Pedro de Alvarado, el 20 de mayo de 1520, Cuauhtémoc se sumó a la lucha contra los invasores.
Se dice que en la conocida escena en la que Moctezuma salió del templo de Axayácatl para tranquilizar al pueblo por orden de los españoles, Cuauhtémoc le gritó “¿Qué es lo que dice ese bellaco de Moctezuma, mujer de los españoles, que tal se puede llamar, pues con ánimo mujeril se entregó a ellos de puro miedo y asegurándose nos ha puesto todos en este trabajo? No le queremos obedecer, porque ya no es nuestro rey, y como a vil hombre le hemos de dar el castigo y pago”. E incluso se dice que él lanzó una de las piedras que le quitarían la vida.
También, Cuauhtémoc participó en primera línea en la expulsión de los españoles de Tenochtitlan, durante la llamada Noche Triste.
Tratando de evitar la caída definitiva de la ciudad, Cuauhtémoc trató de persuadir a los tarascos y tlaxcaltecas, pueblos que se habían aliado a los españoles para derrotar a los mexicas, quienes los sometían y les cobraban tributos, a que se unieran a su favor para luchar contra los españoles, a cambio de importantes ventajas fiscales.
Todo fue inútil, nada detuvo a los españoles, quienes pusieron sitio a Tenochtitlan, además de bloquear la ciudad con bergantines construidos para navegar por la laguna que rodeaba la ciudad. Esto obligó a Cuauhtémoc y a los suyos a refugiarse en Tlatelolco.
Finalmente, el 13 de agosto de 1521, cuando lo españoles y sus aliados dieron el asalto final, Cuauhtémoc trató de escapar en una canoa junto a su familia y algunos altos dignatarios para seguir la lucha desde otro lugar, pero fue descubierto y atrapado por los españoles. Al ver la fuerza de sus enemigos, quienes lo amenazaban con sus escopetas, terminó por rendirse.
Cuauhtémoc fue llevado ante Cortés, a quien pidió lo matara con un puñal que tenía, sin embargo, el español se negó. A cambio de esto lo tomó prisionero y le preguntó en dónde se encontraba el gran tesoro que los españoles habían perdido en la batalla de la Noche Triste, el cual habían encontrado en el palacio de Axayácatl.
Fue torturado con su primo, el señor del Estado aliado de Tacuba. A ambos les quemaron los pies para que confesaran.
Para octubre de 1524 Cortés salió de Tenochtitlan con dirección a Honduras, para reprimir una rebelión de uno de sus hombres de nombre Cristóbal de Olid. Se llevó consigo al tlatoani y sus principales hombres para evitar que intentaran atacar a los españoles. En el camino, le llegó el rumor a Cortés de que Cuauhtémoc planeaba asesinarlo. Tras esto, Cortés ordenó que se le ahorcara a él y a su primo, el señor de Tacuba. Se dice que fueron ahorcados en un árbol el 28 de febrero de 1525, o sea, cuatro años después de la caída de Tenochtitlan, sin embargo, no se supo que pasó con sus restos.