Seguridad, pandemia y elecciones
La crisis de seguridad y la pandemia fueron los dos grandes problemas que pusieron a prueba la capacidad de gobernación de la administración que está por concluir. Para evaluar sus intervenciones, existen una gran cantidad de datos e informes emitidos por organismos acreditados. Estos recursos pueden ayudar a determinar si las acciones tomadas fueron apropiadas o si hubo errores que justifican una crítica exhaustiva y una exigencia de rendición de cuentas.
Esta actividad reflexiva se vuelve particularmente pertinente durante las elecciones. Los datos confiables son cruciales, ya que permiten a las personas tomar decisiones más informadas al emitir su voto.
Si bien es cierto que hay otros asuntos que merecen el escrutinio público, la violencia y la pandemia son los desafíos más representativos, pues su abordaje activa todas las responsabilidades gubernamentales. En mi perspectiva, estos dos temas sirven como puntos de referencia para pronunciar un veredicto sobre el estado de la gobernabilidad democrática en México en los últimos años.
El principal tema que preocupa actualmente a la población mexicana es la inseguridad. Este malestar abarca no solo un sentimiento personal de vulnerabilidad, sino que también está respaldado por los hechos. Los homicidios intencionales se han incrementado significativamente en los últimos años, como lo confirman las estadísticas del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
En lo que respecta a la pandemia, no hay ninguna duda de que representó un desafío incomparable para todos los gobiernos. Para gestionar eficazmente la crisis y minimizar el número de muertes causadas por el virus, las autoridades se vieron obligadas a utilizar sus mejores herramientas de gestión, todo ello en un plazo limitado.
Lamentablemente, realizar un análisis objetivo de las acciones gubernamentales basado en hechos es una meta inalcanzable. El autor español Daniel Innerarity destaca que, si bien gobernar tradicionalmente se ha basado en datos, la realidad es que la política no se ciñe a la evidencia; más bien, la evidencia está determinada por la política. Esta idea aclara por qué para muchos políticos les resulta atractivo mostrar sus propios datos.
Como resultado, las evaluaciones ciudadanas sobre la capacidad de la actual administración para abordar estos obstáculos, están inevitablemente influenciadas por opiniones e interpretaciones personales. En política todo es perspectiva y la democracia es discusión política.
Lógicamente, existen opiniones divergentes sobre la eficacia de las acciones del Gobierno Federal. Por un lado, los defensores argumentan que las autoridades estuvieron a la altura de las circunstancias y abordaron eficazmente la magnitud de estos problemas. Por el contrario, las voces disidentes sostienen que no se evaluó adecuadamente el impacto de la pandemia y que se han ignorado las señales de violencia en algunas partes del país.
La división de la discusión política en México queda mejor ejemplificada cuando se trata de seguridad. En este contexto, existen dos perspectivas opuestas, cada una con sus propios méritos. Es completamente razonable que algunos afirmen que existe una falta de gobernanza en seguridad pública, ya que la evidencia lo corrobora.
Por el contrario, hay quienes sostienen que los altos niveles de violencia del país son resultado de circunstancias históricas, al tiempo que afirman que la actual administración está haciendo esfuerzos notables para salvaguardar a la población.
Considerándolo todo, estoy seguro de que la democracia tiene la habilidad de navegar en ese mar de subjetividades y perspectivas descrito arriba. Las próximas elecciones del 2 de junio situarán a cada partido en el lugar que le corresponde.