Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, declaró el pasado 30 de marzo que «si nos quedamos en los 100.000 muertos habremos hecho un gran trabajo» acerca de la crisis del coronavirus. Esa cifra acaba de superarse, según los datos en directo contabilizados por Roylab Stats, a través de 45 fuentes internacionales. Es casi el doble de los muertos en combate del país en la Guerra del Vietnam, y cerca de la cuarta parte de los sufridos en la II Guerra Mundial Con la diferencia de que aquellos cayeron en tres años y medio de guerra y estos en dos meses de paz.
El balance es aterrador: con una población de 328,2 millones de habitantes, Estados Unidos concentra en este momento 1.712.626 casos de coronavirus en el momento de llegarse a los 100.000 muertos, lo que supone el 30% de los registrados en todo el mundo. Las 100.000 víctimas son el 28,5%. mundial Uno de cada 192 estadounidenses está contagiado, lo que supone peor cifra que Bélgica y España, los países que hasta hace poco encabezaban este triste apartado. Con la diferencia de que el incremento de positivos estadounidense supera el 14% en los últimos ocho días, mientras el español, con un contagio por cada 198 habitantes, es del 1,9 %. Uno de cada 1.710 estadounidenses infectados, y uno de cada 3.280 habitantes, ha muerto.
El tratamiento de la pandemia del coronavirus por parte de Estados Unidos ha sido polémico desde el primer momento, con constantes tensiones entre quienes pedían que las medidas que se tomasen tuvieran como prioridad no perjudicar a la economía, y quienes ponían énfasis en tratar, ante todo, de limitar la expansión de la enfermedad y proteger a la población. El presidente Trump siempre pareció mas inclinado hacia los primeros, llegando a avalar de facto las manifestaciones armadas contra el confinamiento. También, sin embargo, respaldó las demandas y políticas de sus asesores médicos, Anthony Fauci y Deborah Birx, orientadas en este caso a luchar contra la pandemia.
Tuvieron también protagonismo sus controvertidas ‘ideas’ acerca del tratamiento del COVID-19 a base de desinfectantes o luz ultravioleta, así como su negativa a usar mascarilla y su constante énfasis en llamar a la enfermedad «el virus chino» y sus enfrentamientos con la prensa durante las comparcencias públicas en la Casa Blanca.
En estos dos meses ha habido también constantes tensiones entre la autoridad central y los estados, criticando la Casa Blanca las medidas impuestas por algunos de estos que, sin embargo, nunca han tenido el alcance de las dictadas por otros países, sobre todo en Europa. Trump se marcó en principio la fecha del 12 de abril para «abrir el país» y el pasado fin semana pasado decidió relajarse jugando al golf. No le sentaron bien las críticas.
Con todo, los incrementos de Estados Unidos no son los más brutales de la pandemia. En el Brasil de Jair Bolsonaro, otro mandatario que optó por dar prioridad a la economía, los contagios han crecido un 34,3% desde el 18 de mayo, mientras que expertos brasileños en salud afirman que la cifra real puede ser mucho mayor.
