Cero incentivos para la economía formal. Por Pablo de la Peña

7 abril 2020
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El domingo por la tarde estaba preparado para analizar detenidamente la “propuesta” que el presidente López Obrador anunciaría para contrarrestar el impacto del COVID-19 en la economía mexicana, y para iniciar la reactivación económica en los próximos meses, una vez que pasáramos la etapa de contagio e iniciara la recuperación de la movilidad y de la actividad económica general.

Sin embargo, me quedé como muchos mexicanos, esperando. Lo que vimos fue claramente un informe trimestral de gobierno. Se enfocó en promover, como cada mañana, sus proyectos insignia, que a todas luces serán elefantes blancos, ¡incluso habló hasta de lo maravilloso que ha sido abrir Los Pinos como museo! A mi parecer dejó claro tres cosas. (1) que incrementará su gasto social clientelar, ampliando los apoyos en efectivo a adultos mayores, a jóvenes y al sector agrícola; (2) que no dará ningún apoyo al sector empresarial; y (3) que no incrementará la deuda pública. Bueno, en realidad dejó clara una cuarta cosa, (4) que no tiene idea de la dinámica de la estructura económica de nuestro país. Porque si la tuviera, podría consultar la página de INEGI y saber que el 92 por ciento de la población ocupada en México se encuentra en zonas urbanas, es decir 32.5 millones de personas, y de esas, el 18 por ciento trabaja en el sector manufacturero, el 21 por ciento en el comercio, y el 27 por ciento en servicios profesionales no financieros.

Si nuestro presidente entendiera la dinámica de nuestra economía, sabría que una buena parte de los 7.5 millones de trabajadores en el sector comercio perderán su trabajo, al igual que de los 9.5 millones de personas que trabajan en el sector servicios.

Por ejemplo, si una cuarta parte de los trabajadores en el sector servicios y comercial llega a perder su empleo en los próximos meses, estaríamos sumando 4.25 millones de desempleados al país, más del doble de la gente que trabaja en las zonas rurales.

Por cierto, si dijo el presidente en su “informe trimestral” que iba a crear más de dos millones de empleos en este año. ¿en serio? ¿cómo? Lo que el país necesita para amortiguar el impacto del COVID-19 en la economía es que las empresas no quiebren por falta de ventas y no corran gente por falta de capital de trabajo.

Mientras la población siga teniendo empleo y sueldos, en el momento que podamos salir a la calle reactivaremos la demanda de bienes y servicios y mientras haya empresas que puedan suministrar los bienes y servicios demandados, entonces podremos reactivar la economía del país.

Para que las empresas puedan pagar sueldos durante el periodo de tiempo que sus ventas se ven mermadas, necesitarán capital de trabajo, ya sea mediante el acceso a créditos blandos, o mediante incentivos fiscales. Los créditos, por más blandos que sean siguen siendo deuda; los incentivos fiscales pueden realmente ser un factor crítico favorable que no necesariamente pueden ser reducción de impuestos; sino amortización de pagos en el periodo fiscal actual y hasta el 2021.

Nuestro presidente hizo referencia al presidente F.D. Roosevelt de los Estados Unidos, con la intención de poner en la mesa que el “New Deal” implementado por Roosevelt fue una extraordinaria solución para hacer frente a la gran depresión de inicios de 1930. Lamento informar que uno de los principales programas implementados por el presidente Roosevelt fue un total y completo fracaso. Me refiero a la Ley Nacional de Recuperación Industrial 1933 (H.R. 5755) que se firmó en junio de 1933 y se abolió en mayo de 1935. Esta Ley consistía en asegurar sueldos y en fijar precios; sin embargo, la primera llevó a la concentración del poder de muchos sindicatos en el país y la segunda llevó a la creación de monopolios que limitaron la justa competencia y la creación de nuevas empresas, retrasando en realidad la creación de empleos.

Hasta ahora las estimaciones de crecimiento de la economía de México para este 2020 van de menos 2.5 hasta menos ocho por ciento. Los especialistas en economía del sector privado dieron a conocer en la encuesta mensual de Banco de México que su expectativa de crecimiento es de menos 3.5 por ciento, con un tipo de cambio de 21.95 para el cierre de este año.

Ya tenemos un tipo de cambio por arriba de 25 pesos y seguirá siendo presa de la especulación en lo que resta del año. A penas estamos cerrando el primer trimestre del año, creo que el peor trimestre a penas inicia. Por lo que no me sorprendería ver que los pronósticos se deteriorarán en la medida que avancemos hacia mitad del año; por lo que, después de lo que vi el domingo, yo creo que una caída del 10 por ciento para el 2020 será muy probable.

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El autor es Decano Asociado de Educación Continua de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno, del Tec de Monterrey.

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