Cuentos chinos sobre el coronavirus

2 abril 2020
Visto: 887 veces

 

«Pekín ha puesto en marcha su gigantesca maquinaria de propaganda para convencer al mundo libre de que ya superó la pandemia.Pero eso es mentira. Noticia falsa con el sello de una tiranía especializada en propaganda para incautos».

Con la típica arrogancia y desfachatez de las dictaduras, China pretende asumir el liderazgo internacional de la lucha contra la pandemia del coronavirus. Pero no se lo merece. No solo el mal nació en ese país probablemente hacia octubre o noviembre del año pasado. El régimen chino lo ocultó además durante meses, llegando incluso a encarcelar y a desaparecer a médicos y otras personas que lo revelaron al mundo. Hay encima claros indicios de que todavía oculta la verdadera naturaleza del grave contagio en la gigantesca nación de más de 1,400 millones de habitantes.

Los chinos han iniciado una ofensiva “caritativa” de envíos de suministros para combatir el coronavirus en Europa y América Latina. Sin embargo, en ciertos países, como España, se ha descubierto que algunos de esos suministros son medicinas tradicionales para el catarro y la gripe que resultan inefectivas para el coronavirus.

Ucrania invirtió grandes sumas de dinero en “pruebas chinas para el coronavirus” que resultaron solo exámenes para diagnosticar la influenza. Puros cuentos chinos. El régimen también está enviando personal médico, gesto que debe agradecerse siempre y cuando lo acompañen garantías de que no portan el virus.

Pekín ha puesto en marcha su gigantesca maquinaria de propaganda para convencer al mundo libre de que ya superó la pandemia. Pero eso es mentira. Noticia falsa con el sello de una tiranía especializada en propaganda para incautos. Caixin, medio independiente chino, informa desde la semana pasada que los hospitales de Wuhan, aparente cuna de la pandemia, están viendo casos nuevos de portadores que el régimen describe como “asintomáticos”. Presionados sobre la denuncia, funcionarios chinos admitieron que hay hasta una docena diaria de esos casos y explicaron que son personas que “no propagarían el mal”, aunque no dijeron cómo las identificaron si supuestamente no presentan síntomas.

Enfermeros de Wuhan denunciaron asimismo al Financial Times de Londres que están viendo una cantidad indeterminada de “infecciones ocultas” que ya el régimen no incluye en las estadísticas oficiales, que son las que repiten como papagayos las organizaciones mundiales de salud y los medios occidentales, como si no tuviéramos experiencia de la forma en que las tiranías manipulan la verdad y los hechos. La prensa oficial china, que es la única tolerada, pinta los envíos de “equipos y medicinas” que hace el régimen al extranjero con la seguidilla de “vean el desastre que el coronavirus está causando en las democracias”

Para evitar que descubran la verdad que no permite reportar en China, el régimen ha expulsado además a periodistas de diversos países, incluyendo a colegas del The New York Times, The Washington Post y el Wall Street Journal. También ha llevado a cabo una implacable batida contra periodistas independientes chinos. Y sin que medie motivo alguno de salud pública, está realizando redadas y aislando a numerosos ciudadanos, lo que ha provocado protestas de organizaciones internacionales de derechos humanos.

Por estas y otras razones, los gobiernos democráticos aceptarían el supuesto liderazgo chino contra la pandemia a su propio riesgo y a riesgo de sus ciudadanos. Fue lo que hizo el presidente Trump. El pasado 24 de enero, días después de haberse confirmado los primeros casos de coronavirus en territorio estadounidense, Trump le agradeció a China sus “esfuerzos y transparencia”. “China ha estado trabajando muy duro para contener el coronavirus”, tuiteó el mandatario. “Estados Unidos agradece enormemente sus esfuerzos y transparencia. Todo se resolverá…Quiero darle las gracias al presidente Xi”.

Semanas después, cuando ya probablemente tenía amplias informaciones de inteligencia sobre la realidad china, Trump volvió a elogiar al autócrata de Pekín. “(Xi) es fuerte, inteligente y está poderosamente concentrado en dirigir el contraataque al coronavirus”, dijo. “En China se está desplegando una gran disciplina, a medida que el Presidente Xi vigorosamente dirige lo que será una operación muy exitosa”. Más cuentos chinos propagados ahora por el presidente de Estados Unidos que, apenas días después, viraba la tortilla, incriminaba a China y bautizaba el mal como el “virus chino”.

El régimen de Pekín, en suma, tiene una enorme responsabilidad en el surgimiento y la propagación de la plaga medieval del coronavirus que azota al mundo. Ahora amenaza con agravar esa responsabilidad, al cantar victoria demasiado pronto en la lucha contra el mal. Al parecer, lo mueve el afán de mantener el control sobre sus ciudadanos y restaurar la colapsada economía china.

Pero una prematura proclama triunfal arruinaría los esfuerzos en China y del mundo entero por contener la pandemia, especialmente si los gobiernos democráticos se tragan el bulo, como lamentablemente hacen ya algunos comentaristas crédulos.

OPINIÓN POR DANIEL MORCATE

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *