AVISO DE CURVA Rubén Olvera Marines

27 julio 2018
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olvera123

 El PAN de Coahuila y una pesadilla llamada Saltillo

Uno de los momentos más frustrantes para el PAN de Coahuila sucedió en las pasadas elecciones del 1 de julio. Después de que el partido ganó el Senado durante tres sexenios consecutivos, en esta elección la mancuerna de panistas conformada por Guillermo Anaya y Esther Quintana se desplomaron hasta el tercer lugar; diluyéndose incluso la posibilidad de lograr un senador por el principio de primera minoría. Acompañaron en el sótano de las votaciones en Coahuila a su candidato presidencial, Ricardo Anaya.

A un año de haber estado a punto de ganar la gubernatura y de organizar las denominadas marchas por la dignidad en donde miles de ciudadanos salieron a las calles para protestar en contra de los resultados oficiales que dieron el triunfo al priísta Miguel Riquelme, el panista Guillermo Anaya no logró retener los 452 mil sufragios alcanzados en 2017 cuando fue candidato a gobernador.  Este año, el dos veces candidato a gobernador, ex alcalde de Torreón y senador de mayoría en 2006, apenas rasguñó los 392 mil sufragios; es decir, en un año (si se permite la comparación entre una elección federal y una local), el panista lagunero dejó ir el 13% de los votos que consiguió en 2017.

El problema que durante los últimos años le ha impedido al PAN de Coahuila ganar una elección estatal y que se recrudeció este 2018 ubicando a Guillermo Anaya y Esther Quintana hasta el fondo de las votaciones, se llama Saltillo.

En efecto, mientras que en la elección para gobernador de 2017, el panista lagunero triunfó en los cuatro distritos locales con cabecera en Torreón, en Saltillo perdió en tres de los cuatro que conforman la capital. En este 2018, en la elección para el Senado, los votos registrados en Saltillo resultaron esenciales para que el PRI obtuviera el segundo lugar, y con ello la senaduría por primera minoría para Verónica Martínez.  El PAN y sus aliados ganaron un distrito con cabecera en Torreón y se alzaron con el segundo lugar (detrás de Morena) en los distritos de Piedras Negras y Monclova. No fue suficiente. Porque en los dos distritos de Saltillo, se hundieron en el tercer lugar. La pareja de curules de la capital se la llevó el PRI. De haber ganado un distrito en Saltillo o conseguir el segundo lugar en ambos, hubiera sido suficiente para que el PAN asegurara el segundo lugar y, si me permite especular, para pelear con Morena por el primero.

En la elección local, al igual que en 2017, lo sucedido con el PAN de Coahuila el pasado 1 de julio se explica en Saltillo. Porque en el resto del estado le fue bien. Retiene las seis alcaldías que ganaron en 2017 (General Cepeda, Guerrero, Lamadrid, Monclova, San Juan de Sabinas y Torreón); logra arrebatarle al PRI cuatro municipios más (San Pedro, Sierra Mojada, Villa Unión y Cuatro Ciénegas); y  ayudó a la UDC para que en coalición obtuviera cinco ayuntamientos.

En Saltillo, al igual que en el Senado, el PAN cayó hasta el tercer lugar. Su candidato, Carlos Orta, a duras penas alcanzó los 67, 868 sufragios, 36 mil menos de los 104 mil obtenidos por la coalición encabezada por el PAN en 2017; un desplome de más del 35% en un año. Con su segundo lugar en la pasada elección, Morena parece haberle dicho al PAN: “quítate tú, que ahora voy yo”.

Pero que los panistas no le echen toda la culpa al PAN de Saltillo para explicar la penosa derrota que sufrieron sus candidatos al Senado.  Porque en realidad la campaña de Guillermo Anaya y Esther Quintana no estuvo a la altura de las circunstancias. Ambos derrocharon displicencia. No hicieron campaña, no recorrieron estado. Creyeron que la supuesta indignación que se gestó en la elección para gobernador de 2017, permanecería y se trasladaría hasta nuestros días. Los resultados, saltan a la vista.

La renovación del PAN de Coahuila además de exigir nuevos liderazgos, también ocupa de una revaloración del trabajo que el partido viene realizando en Saltillo. Dejo a tu consideración los nuevos perfiles en los que el PAN tendrá puestas sus esperanzas: Luis Fernando Salazar, Jorge Zermeño y Marcelo Torres, de Torreón; Alfredo Paredes, de Monclova; Juan Salas, en General Cepeda, y Juan Carlos Guerra, en Saltillo. No hay más.

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