Moody’s descarta un giro en la política económica de México gane quien gane las elecciones

12 abril 2018
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 México lleva casi dos años bajo la lupa de las grandes agencias de calificación de riesgos. Desde que Donald Trump empezó a repuntar en los sondeos rumbo a las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre de 2016, las tres grandes del sector —Moody’s, S&P y Fitch— han fijado sus ojos en la segunda economía de América Latina por el potencial disruptivo de las propuestas del magnate republicano sobre su principal motor económico: las exportaciones a la primera potencia mundial. Su victoria, inesperada, en aquellos comicios, terminó por hacer saltar todas las alarmas y los pronósticos de inminentes rebajas en el perfil de deuda no se hicieron esperar. Más de 20 meses después se puede decir que México ha esquivado las amenazas de las firmas que sirven de guía para la toma de decisiones de los inversores y que determinan, en buena medida, el coste de financiación de un país.

Moody’s ha mejorado este miércoles —de negativa a estable— la perspectiva de la deuda soberana mexicana y ha mantenido en A3 la nota crediticia del país norteamericano, cuatro peldaños por encima del bono basura. La agencia estadounidense basa su decisión en tres factores: el menor riesgo de ruptura del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), que une a México con Estados Unidos y Canadá desde 1994; las reformas estructurales puestas en marcha en el último lustro —fiscal, financiera, energética, educativa y de telecomunicaciones, entre otras—, que “elevan la resiliencia de la economía mexicana y contribuyen a la moderación de la deuda pública”; y la “baja probabilidad” de que el Gobierno mexicano que salga de las urnas en julio dé un giro de 180 grados en la política económica mexicana.

“Aunque las elecciones del 1 de julio están generando incertidumbre política (…), creemos que la probabilidad de que la próxima Administración, mediante un cambio agudo en la dirección de la política [económica], debilite los fundamentales de crédito de México, es baja”, subrayan los analistas de Moody’s en el comunicado en el que justifican su decisión. “Cualquiera que sea el candidato y el partido que gane las elecciones presidenciales y legislativas, de ningún modo está claro que puedan modificar la dirección de la política o revertir las reformas ya implementadas”.

La calificadora pone especial énfasis en el marco institucional del país. “Con su variedad de controles y equilibrios, limita los riesgos de crédito a la baja. Y aunque el miedo a ese resultado podría socavar confianza económica, al menos durante un tiempo, los sólidos fundamentos y la robusta posición de las cuentas públicas tras los esfuerzos de consolidación fiscal son importantes amortiguadores que apoyan la perspectiva estable”, remarcan los especialistas de Moody’s en la nota divulgada este miércoles.

El análisis de la agencia con sede en Nueva York llega en plena campaña electoral mexicana y con Andrés Manuel López Obrador, un candidato que despierta recelos en buena parte del sector empresarial y financiero mexicano, al frente en todos los sondeos. Sin referirse explícitamente al cabeza de cartel de Juntos haremos historia —la coalición bajo la que se presentan Morena y el Partido de los Trabajadores (ambos de izquierda) y el conservador Partido Encuentro Social—, Moody’s rebaja ese temor, que se centra, sobre todo, en dos propuestas puestas encima de la mesa por López Obrador: la cancelación del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México y la reversión parcial de la reforma energética. Precisamente, la posible ralentización de las reformas estructurales en caso de victoria del líder de Morena llevó a una de las principales competidoras de Moody’s, Fitch, a alertar hace solo tres semanas de la «volatilidad financiera» que podría derivarse del proceso electoral.

Más allá de la confrontación en las urnas, que todo lo inunda en México durante los tres largos meses de campaña, Moody’s aplaude la resistencia de la economía mexicana en un entorno de máxima incertidumbre. Con el PIB creciendo a un ritmo ligeramente superior al 2% —más que el del resto de grandes países de América Latina, pero notablemente por debajo de su potencial de largo plazo—, “la actividad económica a lo largo de 2017 ha tenido como soportes el robusto consumo privado y la recuperación de las exportaciones manufactureras por la fortaleza de la producción industrial estadounidense”. Menos positivas son las cifras de inversión: la privada, presionada a la baja por la incertidumbre en torno a la renegociación del TLC; la pública, penalizada por los recortes aplicados en los últimos presupuestos. Pese a ello, la calificadora ve a México creciendo un 2% este año y un 2,5% el próximo, en línea con los pronósticos de la mayor parte de casas de análisis.

Buena parte de esa capacidad de resistencia de la economía mexicana tiene que ver, según los técnicos de Moody’s, con las reformas estructurales puestas en marcha desde 2013. “Han compensado el impacto negativo de la crisis del petróleo y la incertidumbre sobre la renegociación del TLC mediante la atracción de inversiones en sectores clave, como la energía y las telecomunicaciones”, valoran. Los cambios legales implementados en los cinco últimos años han propiciado la apertura de ambos mercados a la iniciativa privada y a la inversión extranjera.

Menor riesgo de ruptura del TLC

Ocho de cada 10 dólares exportados por México están en juego con el TLC. Con esas cifras en la mano, no es de extrañar que los vaivenes en la renegociación del mayor acuerdo comercial del planeta hayan tenido —y tengan aún— en vilo a economistas y políticos mexicanos. El mejor tono en las últimas semanas, sin embargo, ha dado alas al optimismo: la Casa Blanca ha rebajado sus exigencias en algunos de los asuntos más controvertidos y el Gobierno mexicano ha llegado a augurar una probabilidad del 80% de que se llegue a un principio de entendimiento en la primera semana de mayo.

Moody’s también se suma a las filas de los optimistas. «El riesgo de fracaso en el proceso de negociación y una decisión de EE UU de retirarse del TLC era una razón clave para ampliar la perspectiva negativa sobre la calificación de México en abril del año pasado». Hoy, aunque este riesgo «no ha sido eliminado por completo», la calificadora cree que «ha retrocedido materialmente» por la «buena disposición» de las tres partes para «seguir comprometidas». «Los acontecimientos recientes sugieren que un diálogo más constructivo puede ser mantenido con la administración de los EE UU», cierran los analistas de Moody’s.

Información de: El País

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