Un nuevo nombre para Teotihuacán

24 enero 2018
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 El nombre y el origen místico de Teotihuacan podría cambiar de como lo conocemos. Un nuevo estudio sugiere que la ciudad de los dioses es en realidad la ciudad del sol y que debería ser conocida como Teo uacan, tal como la habrían llamado los pobladores que llegaron en el siglo VIII, después de que fuera abandonada. La investigación expone también que la zona arqueológica habría sido considerada por los mexicas como un sitio de peregrinación, en el que se invistió a más de un tlatoani, como se les llamaba a los gobernantes mesoamericanos.

 La hipótesis ha sido propuesta por Verónica Ortega y Edith Vergara, investigadoras del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), así como por el especialista independiente Enrique del Castillo. La nueva teoría, divulgada esta semana por el INAH, se desprende de estudios inéditos de epigrafía e iconografía que data del siglo XVI y desafía la traducción anterior, que se popularizó en el último tercio del siglo pasado.

 Teotihuacan, como se conoce a la mítica zona arqueológica en la periferia de la Ciudad de México, hace referencia al mito creador de la «Leyenda de los soles», que relata la congregación de deidades en ese sitio como origen de la vida. Las nuevas investigaciones argumentan que, además, ahí se nombraba al sol, al nuevo gobernante. Es una reivindicación más política que religiosa. «Ya no es un sitio que se quede en lo mítico, pasamos al terreno político, hablar del tlatoani es hablar del sol, es hablar del lugar de Gobierno y entrar de lleno en la geografía política de esa época», señala Ortega, la directora del proyecto. «No se trata de desafiar la interpretación religiosa, sino de complementarla con la política», agrega.

 Teotihuacan aún encierra varias incógnitas y misterios. Hasta 2016 se había excavado solo el 5% del sitio arqueológico y no se tiene certeza de qué causó su declive. Se sabe que se estableció alrededor del año 100 antes de Cristo y que perduró hasta 650 de la era común, pero se desconoce dónde yacen sus gobernantes o cuál era la lengua dominante.

 Los investigadores han encontrado evidencia de que existía una fascinación de las culturas posteriores por Teotihuacan y de que los mexicas (como también se conoce a los aztecas) nombraron al menos un tlatoani desde el siglo XV en lo que entonces era una ciudad abandonada. El hallazgo de piezas teo uacanas en el templo mayor de la antigua Tenochtitlan, en el centro del Valle de México, daría visos de esta conexión entre civilizaciones que florecieron con varios siglos de diferencia.

 «Los primeros cronistas definieron la traducción y por cientos de años nadie cuestionó ese término», explica Ortega, la subdirectora técnica del sitio arqueológico. La arqueóloga comenta que desde tiempos de fray Bernardino de Sahagún se buscó entender la importancia de Teotihuacan para las culturas mesoamericanas, pero que mucho pudo haber quedado oculto por el contexto en el que se iniciaron las pesquisas. «Eran los tiempos de la Evangelización y quizá los indígenas no quisieron revelar todo lo que sabían y la importancia de su religión y su cultura», plantea.

 La clave para sustentar esta nueva interpretación está en el Códice Xólotl, un relato pictográfico del siglo XVI que recorre 400 años de historia de la ciudad de Texcoco y del valle de Teotihuacan. El manuscrito se encuentra en la Biblioteca Nacional de París en Francia desde el siglo XVII y en él un par de imágenes de un sol y una pirámide ilustran el glifo con el que conoce a Teotihuacan, solo que debajo de esos pictogramas aparecería la palabra Teo uacan, como se habrían referido ya los pobladores indígenas a principios de 1400.

 El vocablo «ti» y la letra «h» pueden haberse añadido al traducirse al castellano, según el análisis epigráfico de los especialistas. Los investigadores aseveran, a partir también de otras imágenes encontradas en piezas de cerámica, que el glifo hace alusión a la ciudad del sol, un lugar en el que eran nombrados y legitimados los gobernantes mexicas, los hombres-sol, entre finales del siglo XIV e inicios del siglo XVI (el periodo Posclásico), cuando los mexicas dominaban la cuenca del Valle de México. El sol mantiene su carácter sagrado, pero se refleja en el mundo de los hombres como el garante del ejercicio de gobierno de los tlatoanis.

 La hipótesis fue presentada en noviembre pasado ante científicos que se especializan en Teotihuacan y los investigadores seguirán con las investigaciones sobre el nombre del sitio durante el clásico. La historia y el significado de la urbe de las grandes pirámides se siguen abriendo paso hasta nuestros días. «Un cambio de denominación coloquial sería muy complicado, pero queremos dejar en claro que hay otras formas de conocer la ciudad y que nos permiten entender mejor su importancia política y religiosa», concluye Ortega.

Información de: El País

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