LA IZQUIERDA EN COAHUILA, ¿HAY ALGUIEN AHÍ?

16 febrero 2017
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“No se puede ser de izquierda para unas cosas y para otras no”

José Mujica

Coahuila se ha convertido en un territorio incomodo, hostil, para la izquierda. No gobierna en ningún municipio. No cuenta con representación en el Congreso. En la elección local de 2014, la votación en conjunto de los partidos que se pueden identificar como de  izquierda, apenas alcanzó el 5%. En 2011, cuando se eligió gobernador, sumando los votos del PRD y el PT, no rebasaron los 25 mil sufragios. La historia se repite en la mayoría de las elecciones.

Coahuila no vota izquierda, es un hecho. Pero tampoco los liderazgos sociales, comunitarios, universitarios, sindicalistas, auténticamente progresistas, buscan a la izquierda para realizar sus aspiraciones políticas. Al contrario, parece que este año la izquierda coahuilense se puso menos exigente y abrirá sus puertas a un empresario, para Morena, y a un ex alcalde panista, por el PT.

Nadie me convencerá que Armando Guadiana, aspirante a la gubernatura por Morena, tiene algún elemento para reclamar una herencia histórica de quienes han luchado por la ampliación de derechos o por combatir la desigualdad; Guadiana es antisistema, lo cual le otorga valor político para la próxima elección, pero ser de izquierda es algo muy diferente.

Lo mismo José Ángel Pérez, ex alcalde panista de Torreón, ¿acaso ha participado en algún movimiento para la reivindicación de la clase trabajadora? ¿Tiene conocimiento de los movimientos populares o de la línea de masas?

Ambas iniciativas, Guadiana y Pérez, son figuras políticas fuertes, pero es evidente que uno y otro representan una apuesta con un fin exclusivamente electoral.

Hay, sin embargo, un problema más estructural.  Llamar o autonombrarse de izquierda sólo por las siglas de un partido o por el discurso o el spot televisivo no está entusiasmando a los electores: para empezar, los partidos y candidatos coahuilenses que se dicen de izquierda estarían frente al reto de construir y darle viabilidad a un verdadero proyecto alternativo para asegurar la institucionalidad de un sistema más amplio de derechos e impulsar políticas sociales innovadoras que de verdad combatan la pobreza y la desigualdad, no sólo como instrumentos electorales.

No sé tú, estimado lector, pero yo no he escuchado propuestas concretas respecto a la perspectiva de derechos, equidad, justicia, políticas sociales universales, vulnerabilidad, desarrollo económico, empresa y banca social, entre otros temas imprescindibles para las izquierdas modernas. Eso sí, vuelven a insistir en sus discursos acusando que el PRI y el PAN son lo mismo, postergando una discusión más profunda y de mayor interés para los electores.

¿Acaso la izquierda resulta obsoleta para una entidad norteña, vecina de los EE.UU., prospera, con bajos índices de marginación e industrializada como Coahuila? No lo pienso así.

La izquierda, no la electorera, no la vanidosa ni populista, sí la autentica, es un instrumento político de la sociedad para recordarnos que incluso en la nación más poderosa y prospera existen indicios de desigualdad, pobreza y discriminación que pueden combatirse desde una óptica distinta.

¿Dónde está la izquierda coahuilense? ¿Dormita al interior de la universidad? ¿Se disfraza con los colores de los partidos centro y derecha? ¿Quedó atrapada en alguna marcha del 2 de octubre?

La izquierda ya le debe a Coahuila un buen candidato.

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