LA ESTRATEGIA DEL PRI DE COAHUILA : RUBÉN OLVERA MARINES

10 febrero 2017
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La cifra es la más baja en la historia del PRI coahuilense. Es tan diminuta, que el más pequeño de los partidos opositores se llena de valor para ofrecer un cambio de régimen. Se trata de la reciente encuesta publicada por un diario de circulación nacional: un discreto 16% de la población consultada piensa que el PRI debe seguir gobernando en Coahuila, contra un 78% que medita en un cambio de partido. De este tamaño es el problema que enfrenta el PRI para refrendar la gobernatura.

Nadie debería discutir que el PRI continúa en la pelea, con posibilidades de ganar, evento aceptado por los electores en las encuestas, que si bien piensan en un partido distinto para gobernar Coahuila, en el sondeo le otorgan al priista Miguel Riquelme una escasa ventaja sobre Guillermo Anaya, virtual candidato del PAN.

Es cuestión de enfoque. Después de todo, para los priistas, iniciar el proceso con un empate frente al PAN es como un vaso medio lleno, tarea sencilla para su aceitada estructura territorial. Para sus adversarios, que ven un vaso medio vacío y escurriendo, encuentran en la parejera un espejo coherente de los excesos y carencias de un sistema que intenta prevalecer.

La próxima elección despide un aroma diferente, una fragancia singular, que inquieta a las bases territoriales del partido en el gobierno. Las redes sociales se inundan con las distintas versiones del gasolinazo, la deuda, la división entre los hermanos Moreira. Corren rumores de traiciones. Se especula que connotados priistas dirigen su mirada hacia las figuras independientes. Filtraciones. Todo un coctel explosivo. Germina la duda. De continuar el sosiego, la incertidumbre podría ser un agente altamente corrosivo que dañe el arma priista destructora de empates y encuestas adversas: la estructura.

Es cierto, el poder predictivo de las encuestas ha venido a menos, pero los estrategas priistas algo sospechan; no escapa de sus cálculos el desgaste de la administración estatal, la disminución de la estructura, la fuga de liderazgos, el descontento por el desempeño económico del país, la prensa escrita cada vez más crítica.

¿Cómo logrará el PRI volver la hoja del pasado para intentar modificar el pensamiento de los electores coahuilenses? En definitiva, los dirigentes del PRI, al menos los de Coahuila, tienen una estrategia. No evidente, sí sencilla, aunque arriesgada.

La estrategia del PRI coahuilense no se sostiene en el candidato. Miguel Riquelme no arrasa en popularidad. En los distintos sondeos, el PRI, como partido, como marca, se ubica en las preferencias por encima de su candidato.

Tampoco la estructura garantizará el triunfo del PRI como en antaño. Si bien ha lucido aceitada en los distintos ejercicios de movilización realizados en meses recientes, además de mostrarse poderosa en las dos últimas elecciones (local y federal), en esta ocasión convergen circunstancias que hacen dudar respecto a su capacidad para garantizar los más de 700 mil votos que lograron el PRI y sus aliados en 2011.

Algunos analistas han explorado la posibilidad de que el PRI aproveche las candidaturas independientes y la de Morena para fraccionar, pulverizar, el voto mayoritariamente opositor. Apuesta arriesgada. Lo mismo se decía en Nuevo León, y ya conoces el resultado. El PAN apuesta a lo mismo, aseguran que el independiente Javier Guerrero restará votos al PRI, no a ellos. En esta apuesta habrá sólo un ganador.

No, la estrategia del PRI, como toda estrategia política es más sencilla y clara en su entendimiento, pero osada en su ejecución. Para el PRI coahuilense, el camino sobre el que pisa  y la dirección a la que está virando, nos revelan que en esta ocasión su estrategia se convierte en un refrendo a la presente administración.

En efecto, todo indica que la presente administración echará mano de la estructura gubernamental, exigirá lealtad a los grupos, empresas, familiares, amigos, que se relacionan con la burocracia estatal y de aquellos municipios en donde el PRI gobierna. La oferta no es el candidato, tampoco lo es el partido, no apuestan a la división del voto opositor.

La amistad, la lealtad y los compromisos, resumen la estrategia que el PRI utilizará para intentar refrendar la gubernatura. La táctica, tú la conoces, es sencillo deducirla: el ejercicio pleno y estricto del poder.

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