Mohamed Al Fayed, el empresario egipcio que comenzó su carrera vendiendo bebidas en las calles de Alejandría y amasó una fortuna que incluía algunos de los activos más famosos de Reino Unido, falleció a los 94 años.
The Guardian y otros periódicos del Reino Unido informaron sobre su muerte, con pocos detalles disponibles de inmediato.
El Daily Mail dijo que murió el 31 de agosto y que este 1 de septiembre se celebró un funeral en la Mezquita Central de Londres en Regent’s Park.
Al Fayed irrumpió en el establishment británico y sus instituciones después de llegar al país en la década de los setenta con amplios fondos y ‘hambre’ de ser respetado, superando repetidamente preguntas sobre el origen de su fortuna para adquirir participaciones en activos preciados como Harrods, Fulham Football Club y el Ritz en París.
Se hizo conocido por sus enfrentamientos frontales con la familia real británica tras la muerte de la princesa Diana en un accidente automovilístico en París en 1997. El hijo de Al Fayed, Dodi, con quien Diana estaba saliendo, también falleció.
Fue un cambio abrupto para Al Fayed, un partidario de la monarquía británica que anhelaba el respeto de la aristocracia británica. Acusó a la familia real de querer “deshacerse” de Diana y mantuvo durante años una conspiración de que el choque fue instigado por el duque de Edimburgo y otros miembros de la realeza para asesinarla.
Sus reclamaciones fueron desestimadas después de que una investigación de 11 años concluyera con un fallo del jurado en 2008 de que el accidente fue causado por una conducción extremadamente negligente.
La carrera del magnate estuvo definida por compras llamativas y frecuentes disputas con instituciones de ‘la vieja guardia’ tanto en Londres como en París. Sus acuerdos irritaron los círculos empresariales que durante mucho tiempo estuvieron dominados por una élite de clubes de una clase alta arraigada.
Al Fayed nunca ocultó su resentimiento por su condición de outsider.
“Vivo en un país donde siento pena por la gente corriente”, dijo a CNN en una entrevista en 2004. “Su destino y sus derechos humanos están secuestrados por gánsteres y personas que se autodenominan el establishment, que siguen siendo racistas hasta la médula”.