A estas alturas, Mila Kunis vive en un mundo de puertas abiertas. Incluida la del baño. No es del todo su decisión, pero como le confesó recientemente al programa E! News!, con una hija de ocho años como Wyatt y un hijo de seis, Dimitri, al clan KuKu —como se llama a esa pareja que forma con el también actor Ashton Kutcher—y a Kunis no le ha quedado más remedio que dejar las puertas de su casa abiertas de par en par. “Llegó ese momento en el que me dije, ‘¡Olvídate! Mejor la dejo abierta”, aseguró sobre la decisión tomada tras las continuas interrupciones familiares en su intimidad hogareña.
Algo parecido es lo que le ocurre ahora a esta intérprete estadounidense nacida en Chernivtsní, Ucrania, que ocupa toda la atención mediática. Es una de las 100 personas más destacadas del año según la revista Time y, junto con otros actores como Matthew McConaughey o Jennifer Hudson, ha sido elegida Persona del Año por el semanal People. Eso sin tener en cuenta el éxito de su último estreno, La chica que lo tenía todo (2022), drama que arrancó a la cabeza del Top10 de Netflix. Todo este brillo para una actriz que durante años defendió de tal forma su intimidad que fue descrita como arisca y hasta borde y cuyos desplantes en entrevistas trajeron de cabeza a sus publicistas.
La joven que fingió ser mayor de edad para conseguir el papel que la lanzó en Hollywood como Jackie Burkhart en Aquellos maravillosos 70 cuando solo tenía 14 años, ha crecido. No solo en edad sino en madurez y ahora, a los 39, su centro de atención es el país en el que nació y que a los siete años dejó con sus padres rumbo a Estados Unidos. Ahora ha conseguido recaudar más de 37 millones de dólares (unos 35,1 millones de euros) en ayuda para Ucrania gracias a la campaña de financiación colaborativa que organizó junto a su marido en GoFundMe. Como declaró a la revista People con su campaña (a la que contribuyó personalmente con tres millones de dólares, unos 2,9 millones de euros) no quiso ganar gloria, sino “evitar que la gente se desensibilice” ante una invasión que comenzó el pasado febrero. “Lo que está sucediendo en Ucrania es devastador. No hay lugar en el mundo para tal ataque contra la humanidad”, añadió la actriz.
La candidata al Globo de Oro por su trabajo en Cisne negro (2010) con una carrera ascendente en todos los géneros y trabajos populares como Paso de ti (2008), Oz, un mundo de fantasía (2013), Cuatro días (2020) o Malas madres (2016), entre otros, también ha visto su popularidad caer en picado con desastres como El destino de Júpiter, que le supuso en 2016 su presencia en los Razzies (o premios “pedorreta”) a lo peor de Hollywood. De todo ello, Kunis prefiere recordar su amor por el cine, razón que la llevó a presentarse acastings infantiles y le ganó papeles como el de la hija de Angelina Jolie en Gia (1998). También recuerda las facturas que pudo pagar con su trabajo cuando tanto ella como su familia lo habían tenido que dejar todo atrás al emigrar a Estados Unidos ante el creciente antisemitismo que se produjo en lo que fue la Unión Soviética tras la caída de muro de Berlín. “Porque yo nací en Ucrania, pero cuando todavía era Unión Soviética”, recordó la actriz a este medio hace unos años, cuando intentaba aclarar sus complejas raíces como “una rusa judía de Ucrania” pero que no es ucrania ortodoxa y que tampoco habla el idioma. “Y odio decir esto porque amo Ucrania, estoy a favor de Ucrania, pero que no hable ucraniano desilusiona a muchos de mis compatriotas”, se lamentó entonces.
Su llegada a Estados Unidos fue un shock en todos los sentidos. “Mis padres me mintieron diciéndome que nos mudábamos a una calle más abajo”, recuerda de un viaje sin retorno desde su Chernivtsní natal, cuando esta hija de maestros pasó de no saber lo que era la pobreza a vivir de los 250 dólares que les dejaron sacar del país y sin más pertenencias que las que se llevaron consigo. Llegaban a final de mes gracias al trabajo de su madre como cajera en un supermercado y al que consiguió su padre como taxista. Kunis llegó sin saber inglés, “sin haber visto a un negro, un asiático, a nadie de otro color y no digamos alguien rubio”, recordó aún asombrada por el mundo tan diverso que se había abierto a su puerta.
Con su trabajo en Hollywood también llegó la fama y con ella, los paparazis. Especialmente dada la relación que estableció con Macaulay Culkin en 2002 y que mantuvo lo más en silencio que pudo, siempre rodeada de rumores de boda, hasta su ruptura en 2011. Las ironías del destino hicieron que Kunis se casara con el primer hombre al que besó en su vida, tanto en escena como en la vida real. El beso tuvo lugar en 1998 mientras rodaba una escena romántica en Aquellos maravillosos 70 junto a su compañero de serie, Ashton Kutcher. Entonces solo pensó eso de “mira que bien, he besado a un modelo de Calvin Klein”, según le contó a la revista People.
La boda no llegó hasta 2015, después de que ambos coincidieran de manera fortuita en 2012 en la 69ª edición de los Globos de Oro. Él había concluido su relación de seis años con Demi Moore y según confesó Kunis a un programa de la televisión británica, la actriz le estaba haciendo ojitos en la fiesta hasta que se dio cuenta de que era su amigo Kutch. Ese mismo mes se les vio en público besándose y así, hasta ahora, felices habitantes de un hogar autosuficiente diseñado en su totalidad por la pareja, construido con madera reutilizada y con paneles solares que cuenta hasta con su propia granja, la KuKuFarm, en la que cultivan de todo.
Información de: El País.