Lumbalgia

7 septiembre 2023
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Qué es

La lumbalgia es el dolor localizado en la parte inferior o baja de la espalda, cuyo origen tiene que ver con la estructura músculo-esquelética de la columna vertebral.

«La lumbalgia se define como dolor muscular en la zona lumbar (L1-L5), que conlleva un aumento del tono y de la rigidez muscular», explica a CuídatePlus José Casaña Granell, secretario general del Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España (Cgcfe) y director del Departamento de Fisioterapia de la Universidad de Valencia.

Según la Fundación Kovacs, se trata de un dolor local acompañado de dolor referido o irradiado que no se produce como consecuencia de fracturas, espondilitis, traumatismos ni causas neoplásicas, neurológicas, infecciosas, vasculares, endocrinas, metabólicas, ginecológicas ni psicosomáticas.

Esta patología afecta tanto a personas jóvenes, como adultas y mayores y aparece tanto en trabajos sedentarios, como en aquellos que implican un gran esfuerzo físico.

Según el National Institute for Occupational Safety and Health (Niosh), se favorece la aparición de este síntoma en las acciones donde se involucran movimientos de flexión o la combinación de flexión con torsión del tronco, así como los trabajos donde las acciones sean repetitivas, en entornos vibratorios y con sobrecargas continuas en posiciones estáticas.

Aproximadamente el 80% de la población ha tenido o tendrá alguna lumbalgia durante su vida y hasta el 70% de los jóvenes antes de cumplir los 16 años han experimentado este dolor de espalda.

Frecuencia de aparición

¿La lumbalgia tiene la misma frecuencia en hombres y mujeres? ¿Hay una franja de edad en la que se padezca más lumbalgia?

Andrés Ariza, reumatólogo del Hospital General de Ciudad Real, responde que, básicamente, la diferencia por sexos y edad va a ser en función de algunas causas. Por ejemplo:

  • La espondilitis anquilosante tiene mayor frecuencia en el varón joven.
  • Las infecciones van a ser más frecuentes en mayores de 50 años.
  • Los cuadros crónicos y degenerativos son más frecuentes entre los 45 y 65 años y, en este caso, sí es algo más frecuente en la mujer (60%).

Causas

Antiguamente se creía que el dolor aparecía porque existía alguna alteración de la estructura de la columna vertebral, como la escoliosis o la hernia discal. Sin embargo, desde la Fundación Kovacs indican que eso es un error.

Al respecto, Ariza señala que dentro de las causas “identificables” de lumbalgia posiblemente esté la hernia de disco en la zona lumbar. Y añade: «Aunque en este caso tenemos que argumentar que se abusa un poco del diagnóstico de ‘hernia discal’ como causa del dolor que consulta el paciente. Hay estudios con tomografía axial computarizada (TAC) o resonancia magnética nuclear (RMN) que demuestran un 20 o 24% de hernias discales asintomáticas”.

Hace años, un metaanálisis de ocho estudios con RMN en individuos “asintomáticos” demostró: protrusión del disco entre el 29 y 79%; hernia discal entre el 9 y el 76% y enfermedad degenerativa del disco en el 46 y el 91% de los estudiados. «Es decir, la ‘discopatía’ en las técnicas de imagen es un hallazgo muy frecuente, pero no siempre es la ‘causa directa’ del dolor que se nos consulta», especifica Ariza.

Según la Fundación Kovacs, el dolor de la lumbalgia aparece por un mecanismo neurológico que implica la activación de los nervios que transmiten el dolor y el desencadenamiento de la contractura muscular y la inflamación. A veces, también puede conllevar la compresión de la raíz nerviosa.

Ese mecanismo puede desencadenarse por una alteración de la estructura de la columna vertebral, como la hernia discal o la degeneración importante de la articulación intervertebral, pero, en la mayoría de los casos no se puede llegar a averiguar la causa inicial que lo desencadena, y se atribuye a dolor por contractura o sobrecarga muscular.

Según la SER, las causas más frecuentes son las de origen mecánico: alteración de la estática vertebral (escoliosis), contracturas musculares (por sobrecarga mecánica o tensional), problemas degenerativos del disco intervertebral o de las articulaciones posteriores vertebrales, fracturas por osteoporosis o traumatismos violentos.

Otras causas menos frecuentes son las enfermedades inflamatorias de las estructuras vertebrales (como la espondilitis anquilosante); las infecciones o los tumores.

¿De qué infecciones se trata? Esencialmente van a ser infecciones piógenas, también pueden ser tuberculosas y, más raramente, fúngicas.

Entre las piógenas:

  • Estafilococo dorado, que se da en la mitad de estos casos. Es frecuente en adictos a drogas por vía parenteral.
  • Estafilococo epidermidis, que suele ser secundario a intervenciones quirúrgicas o punciones vertebrales.
  • El estreptococo se asocia a la presencia concomitante de endocarditis.
  • Los bacilos Gram negativos aparecen en el 25 o 30% de los casos, principalmente Escherichia coli. En este caso suele darse el antecedente de infección urinaria.

¿Y qué tipo de tumores o en qué localización? En la afección tumoral destacan el mieloma múltiple y las metástasis óseas debidas principalmente a cánceres de mama, próstata, pulmón, riñón, tiroides y digestivos, por ese orden.

Síntomas

Las manifestaciones más comunes de la lumbalgia son el dolor local o irradiado, la inflamación y la presencia de contracturas musculares.

Por otra parte, según el grado de afectación y compresión radicular se pueden producir alteraciones de la sensibilidad (anestesia, hipoanestesia, hiperestesia, hormigueo, etc.) y alteraciones del movimiento (paresia, parálisis, entre otras).

Prevención

“Para evitar el dolor de espalda es recomendable hacer ejercicio o, en todo caso, mantenerse físicamente activo, evitar el sedentarismo, adoptar una actitud mental valiente ante el dolor y cumplir las normas de higiene posturaldestinadas a realizar las actividades cotidianas de forma que la espalda soporte la menor carga posible”, explica a CuídatePlus Mario Gestoso, director médico de la Fundación Kovacs.

Gestoso señala que, en general, pueden incrementar algo el riesgo de padecer dolores de espalda aquellos que someten al cuerpo a vibraciones, los que requieren movimientos de flexoextensión o torsión y los que obligan a mantener posturas de flexión o hiperextensión. Sin embargo, la realización de ejercicios físicos que desarrollen una musculatura compensada puede paliar los efectos adversos.

“Desde la fisioterapia se plantean diversas acciones para evitar posibles recidivas (o recaídas). Entre las medidas, primero se corrigen las posturas o gestos que hayan producido la lesión. En este sentido, al paciente se le educa de las correctas normas de higiene postural y ergonomía, con el objetivo de mejorar sus posturas al sentarse, tumbarse, subir o bajar escaleras o al cargar objetos”, expone Casaña.

Al paciente también se le instruye en autoestiramientos y ejercicios de fortalecimiento para que tengan un mejor control del tono postural y evitar nuevos episodios. “Estos ejercicios tienen como objetivo devolver el tono normal de la musculatura, o bien potenciando y estabilizando la musculatura débil o atrofiada o, por el contrario, relajándola en caso de tenerla hipertónica (contracturada)”, especifica el director del Departamento de Fisioterapia de la Universidad de Valencia.

Ejercicios de estiramientos para la lumbalgia

A continuación, se muestran una serie de ejercicios para los dos tipos de objetivo. “Estos ejercicios deben ser supervisados por el fisioterapeuta, quien los prescribirá teniendo en cuenta las características del paciente y la progresión de los ejercicios”, recuerda Casaña.

Tipos

En la actualidad, no existe una clasificación específica de la lumbalgia. No obstante, muchos especialistas distinguen dos categorías:

  • Lumbalgia específica: en este tipo se incluyen los diagnósticos de lumbalgia con causa conocida, aproximadamente el 20% de los casos.
  • Lumbalgia inespecífica: supone el 80% restante e incluye todos los casos en los que no se conoce la causa específica que provoca el dolor.

Diagnóstico

Las fuentes de información más importantes para conocer las causas del dolor de espalda son la historia clínica y la exploración física del paciente.

El resto de pruebas (radiológicas, analíticas o funcionales) solo tienen valor si los resultados se corresponden con los de la exploración física. Dado que algunas son dolorosas y otras entrañan ciertos riesgos, Gestoso recomienda recurrir a ellas solamente cuando los resultados del interrogatorio o la exploración física determinan su conveniencia.

Tratamientos

Desde la Fundación Kovacs recomiendan:

Medidas generales

Evitar el reposo en la cama, si es posible

El paciente debe evitar el reposo en la cama como tratamiento del dolor de espalda. Si el dolor obliga a guardarlo, debe ser lo más corto posible. Los estudios realizados demuestran que esta medida retrasa la recuperación.

Mantenerse tan activo como sea posible

Los expertos señalan que el paciente debe mantener el mayor grado de actividad que le sea posible e intentar normalizarlo tan pronto como pueda.

Higiene postural: evitar la sobrecarga de la espalda

Durante el episodio doloroso, el paciente debe intentar mantener el ritmo de actividad dentro de la normalidad, pero siempre evitando la sobrecarga de la espalda.

Para conseguirlo conviene conocer y aplicar normas de higiene postural, que describen cómo adoptar posturas y realizar movimientos o esfuerzos, de manera que la espalda soporte la menor carga posible y la musculatura reduzca su trabajo. Eso permite que, si en un momento dado el paciente tiene que hacer un esfuerzo, sepa cómo hacerlo reduciendo el riesgo de sobrepasar sus posibilidades.

Aplicar calor o frío

Si le alivia, el paciente puede aplicar calor o frío en la zona dolorosa, aunque no se han hecho estudios científicos para evaluar su efecto. En general, el frío se aplica inmediatamente después de la lesión y el calor en la reagudización de las dolencias crónicas.

Tratamiento farmacológico

Se aplica en tres fases:

  • Fase 1: al principio, y especialmente si el dolor no es muy intenso y solo afecta a la espalda -y no hay dolor irradiado a brazo o pierna-, se recomienda usar analgésicos.
  • Fase 2: si los analgésicos no son eficaces se debe valorar su sustitución por antiinflamatorios no esteroideos. En general, no se recomienda su uso más de 14 días seguidos.
  • Fase 3: si no es suficiente para controlar el dolor, el especialista deberá valorar añadir una tanda corta de relajante muscular, durante menos de una semana.

Intervención neurorreflejoterápica (NRT)

Si el dolor de espalda, con o sin dolor irradiado, persiste tras 14 días de tratamiento farmacológico, está indicado realizar una intervención NRT.

También se aconseja como opción en aquellos casos en los que el tratamiento farmacológico está contraindicado, como las mujeres embarazadas.

Si la primera intervención NRT consigue la desaparición total de la sintomatología y la normalización de la exploración física, no es necesario repetirla salvo que en el futuro reaparezcan nuevos episodios dolorosos. En el caso de que se consiga una mejoría parcial o transitoria se puede volver a realizar hasta conseguir una completa y definitiva. Si no consigue ningún efecto, no tiene sentido volver a intervenir.

Ejercicios

En los pacientes que no han vuelto a sus actividades habituales tras seis semanas debe intentarse comenzar una pauta de ejercicio.

Inicialmente pueden intentar actividades suaves y genéricas, como andar o nadar, para evitar que se debilite la musculatura. Más tarde pueden iniciarse ejercicios específicos para la espalda.

Una vez ha pasado el episodio doloroso, el ejercicio y la higiene postural disminuyen el riesgo de que aparezca o se reproduzca una crisis.

Cirugía

En los pacientes en los que existen criterios específicos de selección, en casos concretos de hernia discal, estenosis espinal o espondilolistesis o escoliosis progresiva en niños o adolescentes, los especialistas pueden valorar la realización de una cirugía.

La rizolisis puede plantearse en un pequeño subgrupo de pacientes crónicos, si se seleccionan muy rigurosamente con unos criterios específicos.

Terapia comportamental

Está indicada en los pacientes crónicos y en aquellos en que puedan existir factores psicosociales que aumenten el riesgo de cronificación.

Abordaje de la lumbalgia desde la fisioterapia

«El abordaje preferente contempla el ejercicio terapéutico, la educación del paciente y diversas terapias manuales entre otras. Estas técnicas muestran beneficios significativos en cuanto a la reducción del dolor y la mejora de la capacidad funcional del paciente. Cabe destacar de ellas, el ejercicio físico terapéutico como principal herramienta tanto para la prevención como para el tratamiento de la lumbalgia. Principalmente, los ejercicios se basan en estiramientos y fortalecimiento», señala Casaña.

Los métodos fisioterápicos más empleados para el control y la reducción del dolor en pacientes con lumbago son: las terapias manuales (masoterapia, estiramientos musculares y maniobras osteopáticas), algunas técnicas de fisioterapia invasiva (punción seca) y la electroterapia, más concretamente termoterapia profunda.

Información de: Cuidate plus

https://cuidateplus.marca.com/enfermedades/musculos-huesos/lumbalgia.html

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