El 19 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama. Tradicionalmente se le ha asignado a la fecha, y a la causa en general, una connotación femenina. Se ha estigmatizado como una lucha que deben dar las mujeres para combatir el flagelo.
Sin embargo, ésta no es una batalla exclusiva de ellas, sino de todos. Creo, incluso, que los varones debiéramos ser los más involucrados, enterados y principales promotores de la autoexploración constante y los chequeos frecuentes, sobre todo en mujeres mayores de 40 años, para quienes una mastografía al año es indispensable. Lo que está en juego es la vida de lo que más queremos: nuestras hijas, esposas, madres y abuelas.
A pesar de toda su malignidad, esa despiadada enfermedad ofrece una tabla salvadora, una salida de esperanza: si se detecta a tiempo puede ser curable en la inmensa mayoría de los casos. Una gran noticia sin duda, aunque este hecho transfiere una alta dosis de responsabilidad no solo a las mujeres, sino a toda la sociedad.
Los datos duros son alarmantes. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, cada año muere más medio millón de mujeres en el mundo por esta causa. En México, las estadísticas que ofrece la Secretaría de Salud son lúgubres también: desde el 2006 es la principal causa de defunción en población femenina y casi cada hora que pasa fallece una mujer debido al cáncer de mama.
Pero esa no es la cifra más preocupante, sino que el 95% de esas muertes pudieron haberse evitado con una detección temprana y oportuna. Solo una de cada tres mujeres es diagnosticada en una etapa inicial del padecimiento, donde las probabilidades de sobrevivencia son altas.
Las causas de la enfermedad son aún un misterio para la ciencia, pero existen algunos hechos destacables que pudieran arrojar alguna pista. Por ejemplo, en México los estados donde más se presentan casos de cáncer de mama son los del norte, mientras en donde existe mayor incidencia de cáncer cérvico uterino es en las entidades del sur.
Otro dato relevante para saber es que la edad promedio que tienen las mujeres cuando se les detecta el cáncer de mama es 55, y que el 45% de todos los casos reportados se encuentra precisamente en esa década, entre los 50 y los 59 años.
La letalidad del cáncer es mucho menor en países desarrollados, pero no porque tengan menos incidencia, sino porque ahí se ha inculcado una cultura de prevención entre la población. En ellos, solo es fatal para el 20% de los casos diagnosticados como positivos, mientras que en los países en vías de desarrollo es mucho mayor.
La lucha contra el cáncer no se debe circunscribir meramente a octubre, sino debe ser permanente. La lucha contra el cáncer de mama no es solo de las mujeres, sino de sus hijos, sus padres, sus esposos, sus hermanos. La lucha contra el cáncer de mama es la lucha de todos.