Enviado especial a Tel Aviv, Israel) Un viaje al infierno terrorista que aún no era conocido. Una autopista moderna rumbo al sur desemboca en una ruta de dos manos que está flanqueada por el desierto. A medida que pasan los kilómetros se acerca la frontera con Egipto (Rafah), y tres horas más tarde aparecen los carteles indicando al kibutz Nir Oz, el primer blanco atacado por Hamas en su sangrienta operación terrorista del 7 de octubre. En ese punto extremo de Israel se escuchan los misiles que explotan muy cerca. Ya se huele la guerra.
En el portón de ingreso del kibutz Nir Oz, tres jóvenes soldados con los borceguíes cubiertos por la arena del desierto piden la acreditación de prensa. La oficial a cargo, pelirroja, de 22 años, saca un celular y hace una foto de la acreditación. Todos los datos van a parar al Shin Bet, el servicio de inteligencia interior de Israel. Como la respuesta es positiva, aparece el primer dátil mantecoso de la mañana.
Ron (se guardó el apellido) cuenta que nació en el kibutz, que se fue unos años a vivir a Estados Unidos, y que su familia directa -esposa y dos hijos- sobrevivió al ataque terrorista.”Este era el mejor lugar de la tierra,aquí criamos a nuestros hijos. Los terroristas terminaron con todo”, asegura Ron.
La masacre cometida en este kibutz -que tenía a muchísimos argentinos- fue ejecutada por terroristas de Nukbha (elite, en árabe), una unidad de combate que pertenece a las brigadas Izz al-Din al Qassam, el brazo militar de Hamas. Los combatientes de Nukbha tienen una probada experiencia en combate y toma de rehenes, y están equipados con armamento de última generación provistos por Irán y Siria.
Los fedayines de Hamás llegaron en la madrugada del 7 de octubre en camionetas y motos. Rompieron una verja con caños y alambrados, quemaron todos los autos que estaban a su paso, anularon el uso de la ambulancia y mataron al jefe de seguridad. Fue el primer kibutz que Hamas atacó en israel, en una operación terrorista que planificó durante meses.
En apenas 20 minutos, la brigada de Nukbha se apropió del perímetro externo del kibutz y durante las próximas 18 horas ejecutaron una cacería terrorista que incluyó hasta los perros de los kibbuzins. Los terroristas de Hamas incendiaron las casas que no podían ingresar, violaron a todas las mujeres que pudieron capturar, mataron a bebes, niños y abuelos, y se llevaron un número no identificado de rehenes y cadáveres que usarán para negociar con las fuerzas armadas de Israel.
Dentro de las casas se ven los restos de la vida destruida, mientras el olor ácido recuerda que allí sucedieron sistemáticos crímenes de lesa humanidad. Los terroristas arrasaron con las computadoras, televisores, celulares, joyas y dinero en efectivo. Pero dejaron los libros y los DVD: en un biblioteca, sobreviviendo a las circunstancias, una foto de Tom Hanks en el film La Terminal parecía jurar que la vida siempre dará revancha.
Afuera de las casas del kibutz, sencillas y pintadas a mano, los restos de la tragedia remiten a todos los chicos asesinados y secuestrados por Hamas. En Nir Oz sucedió una masacre y esos jóvenes fueron carne de cañón.
En las calles del kibutz y en sus jardines externos estaban abandonados -para siempre- triciclos, bicicletas, una cubierta de auto que era hamaca, una pelota de fútbol gastada, un arco con banderitas de Israel y montañas de juguetes que extrañan a sus compañeros de aventuras. Imposible explicarles que ya no volverán.
Y que el ruido que se escucha tan cerca, causado por los misiles lanzados desde Gaza, anticipan un tiempo oscuro que Hamás prologó para iniciar una crisis en Medio Oriente a pedido de Irán.
Información de: Infobae