DOMINGO DE LEYENDAS: LA NOCHE DE SAN JUAN (COATEPEC)

23 octubre 2022
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En la tradición oral Coatepecana, se conservan una serie de antiguas historias y leyendas que nos remiten a tiempos míticos, en los cuales se hace referencia a seres sobrenaturales, acciones mágicas y espacios cuyas características se corresponden con sitios idealizados, ya sea a manera de paraísos o receptáculos donde se concentran las fuerzas de la naturaleza y los bienes deseados por los seres humanos.

            Algunas de las historias que antaño contaban las personas de edad avanzada, se caracterizaban por ser amplios relatos con los cuales se regulaban determinadas pautas culturales, de tal manera que se referían en ocasiones especiales para ejemplificar determinadas situaciones. Actualmente algunas de las historias y leyendas, han llegado hasta nuestros días muy fragmentadas, o modificadas en su versión original.

            Una de las historias distintivas de la tradición oral Coatepecana es la de “La Noche de San Juan”, misma que fue registrada en el año de 1985 por un servidor y hoy la comparto con ustedes.

“Hace muchos años cuando aún abundaban los animales de monte y la gente salía a cazar con sus perros, aconteció en esta fecha que en cierta ocasión un señor salió con sus perros de cacería hacia la parte alta y en medio de la oscuridad los perros empezaron a seguir el rastro de un venado grande; perros y cazador siguieron el rastro, adentrándose más y más en el monte, hasta que llegaron a una cueva donde supuestamente se había metió el venado, luego se metieron los perros y detrás de ellos el cazador; grande fue la sorpresa de éste pues ya dentro una luz se mostraba en el fondo de la cueva y la curiosidad cuando le hizo acercarse para ver lo que provocaba la luz,  su sorpresa creció al percatarse de una gran cantidad de plantas de todo tipo: maíz, frijol, calabaza, aguacate, cacao, naranjos y de muchas otras frutas, así como también muchos animales, venados, conejos, toches, tlacuaches… Aquel sembradío se extendía a la orilla de un  río formado por un cristalino nacimiento y al aproximarse el cazador vio que en un rincón se encontraba un baúl y algunos tenates llenos de monedas de oro… Muy contento por su hallazgo quiso echarse al hombro un tenate, pero le resultó tan pesado que ni siquiera pudo moverlo de su lugar; entonces pensó que si iba por la gente de su barrio podrían sacar entre todos el tesoro y se repartirían las riquezas. Buscó la salida y en medio de la noche regresó a su casa, pero su sorpresa fue aún mayor pues, su familia un poco disgustada y llorando le preguntaron que dónde había estado pues tenía un año que había desparecido y por más que lo habían buscado no lo encontraron. Ya sosegado les contó que había encontrado un tesoro y pedía le acompañaran  a traerlo y le siguieron por donde él creía haber pasado pero por más que buscaron la entrada a la cueva no la encontraron… le explicaron entonces que “Juan del Monte” quien cuidaba la cueva y su tesoro no quería que nadie encontrara la entrada al lugar… y la gente del poblado cuenta que en la noche de San Juan, se abren los sortilegios y se pueden encontrar los tesoros, pero que sólo están abiertos un momento, y que si alguien se mete en las cuevas, pierde un año de su vida por cada minuto que esté en el interior…”

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