Los franciscanos trajeron, desde la fundación de la Misión, una imagen de San Cristóbal realizada en madera tallada en una sola pieza, y que los pobladores adoptarían como su Santo Patrono. Cuentan nuestros antepasados que en épocas difíciles como la escasez de lluvias, crisis económicas o por diversas necesidades de sus habitantes, éstos acudían al Templo que lleva el nombre del Santo, a implorar a la imagen que les concediera su petición o les aliviara sus aflicciones. Para ello, tomaban al niño que tiene San Cristóbal sentado sobre su hombro derecho y lo colocaban a sus pies, para regresarlo nuevamente a su lugar al ser concedida la gracia.
En otras ocasiones, realizaban peregrinaciones llevando la imagen de San Cristóbal a recorrer las calles del Municipio.
Según esta leyenda únicamente los pobladores de Hualahuises podían sacar al San Cristóbal del templo, ya que cuando trataban de llevarse al Santo Patrono fuera del Municipio, se hacía tan pesado que ni entre cuatro hombres podían levantarlo.
Se dice que hace muchos años pretendió llevárselo gante de fuera, por ser tan milagroso, pero cuál sería la sorpresa de los malhechores al no poder cargarlo, tuvieron que abandonarlo por el camino real, siendo encontrado por unos campesinos, quienes fácilmente lo levantaron y lo llevaron a su iglesia, donde continúa intercediendo por sus feligreses.
