Esta historia sucedió hace 50 años en la ciudad de Los Mochis. Se dice que una noche, en una fiesta, apareció de la nada una bella mujer vestida de blanco.  Nadie la había invitado, ni tampoco sabían cuando o cómo había llegado.

Al avanzar la noche la mujer fijó su vista en uno de los invitados que se encontraba sin compañía, ella lo invito a bailar y él joven, al ver lo bella que era, accedió. Sin perder el tiempo se acercaron a la pista y comenzaron a bailar y disfrutar de la música perdiendo la noción del tiempo.

Pronto las horas pasaron y en un momento de la noche la chica le pidió al hombre acompañarla a su casa, a lo que el accedió muy a su pesar, pues pensaba que era muy pronto y que estaba disfrutando de la noche y de la compañía de su bella acompañante.

Durante el camino, ambos iban platicando y al ser una noche fría el joven le ofreció su abrigo al verla pálida de frío. Tras caminar por un largo tiempo el joven se percato que sus pasos se dirigían al panteón de la ciudad, extrañado observaba como la chica caminaba firme hacia ese lúgubre lugar y  con cada paso iba notando como su piel se iba poniendo más fría. De pronto, la chica se adentró en el oscuro cementerio  y tras recorrer algunas tumbas, señalo una y afirmó que ese era su hogar. El joven quedó mudo y de pronto, frente a sus ojos, la chica se desvaneció mientras el abrigo que le había prestado cayó al suelo justo sobre su tumba.

Tras reaccionar y darse cuenta de lo que había ocurrido, el joven salió corriendo despavorido pidiendo auxilio, sólo para darse cuenta de que se encontraba solo.

Se dice que a los días, después de que se le bajara el susto, el joven decidió investigar si lo que le había pasado era real o solo una mala broma. Investigo la tumba y dio con los familiares de quien se encontraba enterrada ahí, y cuál fue su sorpresa al descubrir que la chica con la que había pasado la noche había muerto semanas atrás mientras regresaba de un baile en Topolobampo.