Como ya sabemos Pachuca fue habitada por varios grupos indígenas, y especialmente por los aztecas quienes gobernaron la región desde 1438; hacia 1528 los conquistadores españoles invadieron la población matando a Ixcóatl. El derivado de Pachuca viene de las raíces Pachoaca o Pachoacan, que significa «lugar donde se gobierna»; y proviene también de Patlachiuhacan, que significa «lugar de plata y oro”.
Sería más o menos en el siglo XVl cuando existía una muchacha muy bonita y además de todo de muy buen corazón. No se recuerda el nombre de la muchacha lo que si se recuerda es que a ella le gustaba y le satisfacía sobremanera ayudar a todo el que pudiera, como ejemplo de esto se cuenta que le gustaba enseñarle a los niños a leer y escribir, jugaba con ellos; y era muy amable y solidaria con las personas mayores, además de que tenía un gran respeto por la madre naturaleza y estar en contacto con ella era una de las cosas que más disfrutaba; por todas esas cualidades que ella poseía se decía que era una muchacha muy bella tanto por fuera como por dentro.
En los ratos libres que tenía en el transcurso del día ella acostumbraba acudir al cerro que estaba cerca de su casa (recordemos que Pachuca es una ciudad que está rodeada de cerros) para caminar y observar las diferentes especies de animales y plantas que había en el lugar mencionado, además de que algo que a ella le encantaba y la hacía sentir bien era sentir como el viento jugaba cariñosamente con su pelo.
En esos tiempos, había muchas carencias en los habitantes de lo que hoy es Pachuca, y sucedió que un día la muchacha se puso a pensar en todo lo que acontecía a los habitantes de aquella población. A ella, le dolía que su gente cada día fuera más pobre debido a la explotación de que era objeto.
Esto que pasaba a ella le causaba un gran dolor pues no podía ayudarles a disminuir estas carencias que cada vez eran más grandes, y sufría acongojada.
Ese día al caer la tarde, la muchacha acudió al cerro como acostumbraba, pero a diferencia de los otros días esta ocasión estaba muy triste y lloraba desconsoladamente, como siempre, el viento era el único que la acompañaba y el único que sabía que ocurría con ella, se preocupaba por lo que le sucedía a la muchacha, él le acariciaba el pelo con mucho cuidado y secaba sus lagrimas que brotaban de sus lindos ojos sin parar y resbalaban por sus mejillas , pero como resultado de todas las ocasiones que el viento la había mirado y acompañado, este se había enamorado perdidamente de la noble y linda muchacha.
Así transcurrió la tarde, pasaron los minutos, las horas; ella llorando y el viento acompañándola en su amargo dolor.
Por fin, llego la noche, la muchacha seguía ahí llorando y… el viento tenía que marcharse y dejarla sola, el no quería dejarla pero tenía que hacerlo.
Enseguida salió la luna y el viento tuvo una gran idea: se le ocurrió pedirle que ya que ella estaría ahí toda la noche podría cuidar y acompañar a la noble muchacha hasta el siguiente día que él podría regresar.
Así sucedió, el viento se marcho y a la luna se le ocurrió preguntarle a la muchacha que aun seguía ahí postrada en el cerro, cuál era el motivo de su llanto y su tristeza. La muchacha le contesto que su sufrimiento se debía a la pobreza por la que atravesaba su gente, lo cual era muy doloroso pues no podía hacer nada para ayudarlos.
En eso estaban cuando la Tierra escucho las palabras de la muchacha y conmovida decidió intervenir, le dijo que quería proponerle algo, algo que la muchacha podía hacer y con eso ayudar a su gente, la joven pregunto qué era eso que podía hacer, y la proposición fue la siguiente:
La joven tenía que entregar la bondad de su alma y su belleza a la tierra, así y solo así, podría hacer lo que tanto anhelaba: ayudar a su gente que quería tanto.
Era tanto el amor y el dolor que la muchacha sentía por la situación que atravesaba la población, que convencida, acepto la proposición y esa misma noche la bella y noble muchacha murió.
Se cuenta que a partir de entonces, la bondad de su alma se condujo a las entrañas de la tierra convirtiéndose en plata y la belleza que la caracterizaba pudo observarse en la luna.
Al día siguiente muy temprano, cuando el viento regreso, busco sin parar a la bella muchacha pero, para su desgracia no la encontró, desesperado se preguntaba dónde estaba la noble joven, pero no había rastro de ella, fue entonces cuando al verlo así, la luna decidió contarle lo sucedido con la joven.
El viento estaba perdidamente enamorado de la noble y bella joven, entonces cuando supo lo que había pasado, rugió desesperado, perdió el control y pareció enloquecer, recorrió la población arrasando con lo que encontraba a su paso queriendo encontrar a su amada sin lograrlo, pues había muerto por tanta nobleza que guardaba en su corazón.
Por tal motivo y desde entonces se dice que en Pachuca la luna es brillante y hermosa y que en su tiempo fue una de las ciudades con una gran riqueza en plata. Además de que la mayoría de los días, el viento aun sigue buscando a su amada, la joven de la que se enamoró, y los pobladores de Pachuca, sobre todo de los barrios altos pueden escuchar como el viento ruge desesperado en su búsqueda, se introduce por las aberturas de las ventanas que hay en las casas, y a veces, arrasa con lo que está a su paso con el propósito de encontrarla sin lograrlo.
Y se dice que desde entonces, a Pachuca se le ha dado el sobrenombre de «PACHUCA… LA BELLA AIROSA».
Cuento de la autoría de Maria Yanin Salazar Castillo, siendo el ganador de un concurso convocado por el INAH, en 1992. También fue la inspiración para la construcción del monumento a la diosa del viento en la plaza bicentenario.