San Antonio de las Cabras lleva su penitencia, el odio ha marcado a sus habitantes y es una manera de custodiar los tesoros a costa de los pocos habitantes de este ejido.
“Ya la poca gente que habita en esta ex hacienda prefiere no salir, la envidia y el coraje entre los pobladores ha llegado a extremos de agredirse hasta matarse, pero es el dinero maldito que está enterrado en la ex hacienda, es dinero custodiado por brujas y el diablo; en las noches nomás se escuchan las tropeladas de los caballos y se oyen por todas partes como monedas de oro que caen al suelo, mientras sobre los caballos se ve la figura de un hombre todo vestido de negro, pero sus ojos son de fuego rojo y de su boca salen blasfemias”.
Lo anterior es parte de las leyendas en la ex hacienda San Antonio de las Cabras, en el municipio de General Cepeda, Coahuila, ubicada entre una hondonada donde se asegura que hay brujas que custodian los tesoros enterrados, pero al excavar solo sale carbón.
Era una hacienda que pertenecía a los fundadores de esta región, después pasó a revolucionarios que tomaron este sitio para acampar. Fueron distintas las personas que la ocuparon, pero todos buscaban el oro, las monedas enterradas entre los patios y la casona grande.
El jinete
Una de esas tantas noches de insomnio y por el calor veraniego, hay quienes duermen fuera de sus casas de adobe, justo en medio de la noche se escuchó a lo lejos una carreta, al acercarse se vio que era jalada por corceles negros, pero que brillaban a la luz de la luna llena, parecía que de sus hocicos salía fuego y avanzaban rápido entre los caminos que eran cortados por los arroyos.
Al acercarse poco más a la ex hacienda, conformada por casonas antiguas de adobe donde se tenían corrales, donde descansaban los caballos de los caporales y peones trabajadores, se alcanzaba a ver al hombre misterioso de esa capa negra que relucía con la luz de la luna.
El jinete negro se encontró con uno de los campesinos y le ofreció todo el dinero del mundo si a cambio sacaba las monedas de oro.
El hombre, por avaricia, aceptó, pero el trabajo lo tenía que hacer en horas de la noche y al filo de las 3:00 de la mañana y sin ayuda de nadie, solo custodiado por ese misterioso hombre de negro, al cual nunca se le vio el rostro, sin embargo, hay quienes aseguran que después de aparecer en las noches, el pueblo se impregnaba de un olor característico al azufre.
Aprovechando la oscuridad y que el pueblo descansaba, el campesino llevó un “quinqué” y poco a poco consumía el petróleo, su rostro sudaba y de vez en cuando se retiraba el sombrero de hojas de palma y se limpiaba el sudor de la frente, para luego continuar excavando en ese pozo.
Encuentra el tesoro
Con una pala y pico retiraba la tierra y volvía a mover la tierra, se escuchaba hueco, pero mientras esto sucedía, dieron las 3:00 de la mañana, la hora mala que es la liberación de las almas que salen del infierno. Un tintinear persistente como de finas campanas era el aviso de la presencia de entidades de bajo astral o demonios.
En ese preciso momento el campesino con su pala pegó lo que parecía en un cofre enterrado; cuando el jinete le pidió al campesino que lo abriera para sacar el tesoro, la avaricia del campesino pudo más y al
ver relucir las monedas de oro, le profirió insultos al jinete de negro diciendo que todo era suyo y no compartiría.
En ese momento el jinete, que ya se encontraba de pie frente al campesino, extendió su capa negra y su rostro se transformó en diablo. Fue tan grande la impresión del campesino que al tratar de salir de ese hoyo fue azotado con fuertes latigazos por todo su cuerpo.
Dice la leyenda que este hombre enloqueció y días después fue encontrado atorado entre unas ramas en el cauce de uno de los arroyos, pero con el cuerpo y rostro desfigurado, sus piernas y brazos fracturados.
En San Martín de las Cabras continúan las leyendas del hombre de las carretas. Son las almas de los caporales y dueños de estas fincas de la ex hacienda que mataron a muchos peones y todo por la avaricia de custodiar los sitios donde se guardaron cofres llenos de monedas.
“Ese dinero está maldito y desde entonces ya la gente de este pueblo se ha envenenado de envidia y ese coraje es alimentado por el diablo que sigue custodiando las monedas y muchos han muerto en ese intento”, comentan habitantes del lugar.
También brujas
Pero también otra de las leyendas, se refieren a “brujas” que merodean por los caminos y arroyos. Se ven como bolas de fuego y a la media noche se han observado fogatas, pero es como si hubiera una fiesta de mujeres, donde se escuchan gritos.
Cada que se acerca y escucha el tropel de los caballos, en los corrales de granja se alborotan las cabras y las gallinas tratan de dejar los corrales mientras las bolsas de fuego cruzan estos corrales. A lo lejos se escuchan carcajadas de mujeres; hay quien asegura que ya “ha tumbado” a varias brujas con una oración que se reza a la inversa y en cada misterio se hace un nudo para hacer caer a las brujas.
Aún en estos tiempos hay todavía quienes siguen buscando tesoros, pero son pocos quienes lo logran, pues incluso ya jamás se ha sabido de ellos.
Información de: El Diario de Coahuila