Manolo Jiménez frente a AMLO, Morena contra la ruptura
Cada vez que se mencionan las elecciones en Coahuila, las aguas se desbordan, impulsadas por el choque de las fuerzas de quienes simpatizan por el cambio, en oposición a aquellos que apuestan por la continuidad.
Las pasiones y las emociones conducen el debate político, dejando a su paso interrogantes sin resolver. Algunas merecen especial atención, entre ellas, la tentativa de colocar simbólicamente a AMLO en la boleta o la posibilidad de que Morena se fragmente como resultado de su elección interna.
Para nadie es un secreto que la fuerza de Morena radica en la imagen y la acción política del presidente López Obrador. Por lo cual, rumbo a la elección del próximo año, no sorprende que los tres aspirantes más visibles de Morena, Ricardo Mejía, Armando Guadiana y Luis Fernando Salazar, se sostengan del ícono presidencial como estrategia para potenciar sus aspiraciones.
En pocas semanas, Morena tendrá un candidato para la gubernatura de Coahuila. Probablemente, la designación se incline hacia el aspirante con mayor cercanía al presidente, pero no necesariamente en dirección del más popular o conocido en el estado. Situación que podría provocar dos efectos con repercusiones importantes en la política estatal.
Primero, la decisión de los aspirantes de Morena de afianzar sus respectivas candidaturas con la ayuda de la imagen presidencial, al grado de sacrificar la suya propia, podría convencer al electorado de que en la elección de 2023 el candidato del PRI se enfrentaría, implícitamente, a AMLO
Escenario que no debe causar sorpresa. En las elecciones para gobernadores de 2021 y 2022, en estados en donde el candidato o candidata requerían del empujón presidencial, AMLO se presentó simbólicamente en la boleta.
Los sufragios estatales se convirtieron en una inercia de los comicios presidenciales de 2018.
Si ese fuera el caso, sería interesante extrapolar los resultados de aquellas elecciones, las cuales concurrieron a las votaciones para renovar ayuntamientos en Coahuila.
En aquel tiempo, Manolo Jiménez Salinas, quien en la actualidad es el aspirante más visible del PRI para la gubernatura, buscaba reelegirse en la presidencia municipal de Saltillo, por lo que, indirectamente, enfrentó al tsunami electoral que significó la popular candidatura presidencial de AMLO; rompiente que permitió a Morena arrasar en las senadurías, diputaciones y alcaldías.
En contraste con lo sucedido en prácticamente todo el país, en este careo virtual, Jiménez Salinas logró 24.7% más votos que los obtenidos por AMLO en la capital del estado. Mientras que el abanderado presidencial recibió 140, 101, el candidato a la alcaldía sumó 174, 706 sufragios.
Por otro lado, el segundo efecto político que podría surgir del proceso interno de Morena es el rompimiento de la unidad entre los aspirantes.
Es evidente que la polarización no ha dejado de aumentar en Morena. Desde que los tres contendientes por la candidatura decidieron encaminar sus pasos hacia la confrontación interna, se olvidó que el adversario se encuentra afuera.
Esta competencia doméstica, donde cada aspirante hace de todo para demostrar una mayor cercanía con AMLO y, al mismo tiempo, desde sus cuartos de guerra lanzan dardos para desacreditar a los adversarios, condiciona, quizá inexorablemente, la capacidad de Morena para competir por la gubernatura.
Si en los próximos días los aspirantes de Morena no logran replantearse sus estrategias de posicionamiento y diferenciación, la elección de Coahuila podría encaminarse a lo que sucedió en San Luis Potosí y Durango.
En San Luis Potosí, la fragmentación interna obligó al presidente a ganar sin Morena, fortaleciendo la candidatura de Ricardo Gallardo por el PVEM. En Durango, la falta de acuerdos internos entre Marina Vitela y el senador José Ramón Enríquez, provocó que Morena perdiera fácilmente frente a la coalición PAN-PRI-PRD.
Como en política no caben adivinos, solo me limito a decir que el escenario electoral rumbo al 2023 tiende a ordenarse de la siguiente manera: El PRI y la coalición contenderá contra AMLO, mientras que Morena hará lo propio frente a la ruptura interna.