Se desacelera la economía de Coahuila, ¿qué debería hacer el gobierno estatal?
La economía de Coahuila continúa desacelerándose al anunciar el INEGI que durante el primer trimestre de 2022 el Producto Interno Bruto estatal se contrajo en 2.8% con respecto al mismo periodo de 2021.
Esta cifra es muy similar a la caída de 2.5% registrada en el cuarto trimestre del año pasado.
A decir verdad, la economía de Coahuila mostró debilidad desde el tercer trimestre de 2021, cuando creció solo 0.6%, lo que indica que las circunstancias económicas subyacentes se han mantenido durante nueve meses.
El ritmo de desaceleración podría provocar que la tasa de crecimiento de 2022 se quede lejos de la meta fijada en 3.5% anual, lo cual ya sucedió de 2018 a 2020, cuando se registraron tasas anuales del 1.22%, -0.47% y -11.35%, respectivamente.
La trayectoria que ha tomado Coahuila llama la atención por dos cosas: la economía perdió fuerza con respecto al crecimiento del PIB estatal de 1.6% y 26.7% registrados en los primeros trimestres de 2021, no así la generación de empleos formales cuyo indicador muestra un crecimiento sostenido en los meses recientes, al sumar más de 28 mil ocupaciones al mes de julio de este año, cifra similar a las 28, 741 acumuladas al mismo mes en 2021.
Los analistas de la economía suelen asegurar que, si el PIB decrece, difícilmente aumentarán las ocupaciones. Esta relación, al menos temporalmente, no se cumplió en Coahuila. Lo cual es bueno. El frío provocado por un menor crecimiento se sobrelleva gracias al abrigo del empleo.
Pese a ello, habrá que reconocer que los economistas siempre se salen con la suya. Por lo tanto, si el PIB continúa cayendo, tarde o temprano, la generación de empleos se detendrá y, probablemente, irá a la baja.
Tres trimestres consecutivos con un PIB en picada, debería convertirse en un aviso lo suficientemente poderoso para que las autoridades estatales fortalezcan las medidas que contrarresten los factores que obstruyen el crecimiento.
Entre ellas, se destacan la desaceleración de la economía estadounidense, la lenta recuperación del consumo interno y el declive de la inversión en infraestructura social y productiva.
Por lo pronto, en fechas recientes, el Ejecutivo estatal ha intensificado la promoción económica del estado para la atracción de inversiones. Estrategia que ha dado frutos. Capitales de varios países y de distintos giros de negocios han anunciado su arribo a Coahuila.
Al mismo tiempo, todo parece indicar que la inversión privada en la construcción de casas habitación en zonas urbanas comienza a retomar el ritmo de crecimiento que mostraba antes de la crisis de 2020.
Desde mi punto de vista, sin embargo, ambos vectores de inversión resultan insuficientes para impulsar el crecimiento hasta una tasa del 3.5% anual. Para algunos analistas resulta claro que el modelo económico basado exclusivamente en la atracción de inversiones extranjeras mostró signos de agotamiento en 2018 y 2019, años en los que, a pesar de la llegada de capitales, Coahuila registró tasas de crecimiento bajas e incluso negativas.
Existen otros factores que pesan en el PIB. Uno de ellos, como ya lo hemos señalado en otras ocasiones, es la inversión pública en infraestructura, misma que ha descendido en los últimos años.
Considero que mientras no se establezca un ambicioso programa de obra en transporte, sistemas hidráulicos, edificios públicos y espacios urbanos, Coahuila no retomará las tasas de crecimiento económico por arriba del 4% que se obtuvieron antes de 2007 y de 2010 al 2012.
Queda por ver si una mayor inversión en infraestructura e intensificar la promoción económica del estado en el exterior, serán suficientes para retomar el crecimiento en el último trimestre de 2022 y durante el 2023.
Como sea, la inacción no es opción. Las perspectivas económicas poco halagüeñas obligan a las autoridades estatales a ser más proactivas e innovadoras en la implementación de políticas que impulsen el crecimiento y el empleo.