Coahuila global con desarrollo local
Desde la llegada de Chrysler y General Motors a Ramos Arizpe a finales de los años setenta, la estrategia económica de Coahuila se ha basado en mejorar la competitividad y atraer más inversión extranjera. Esta modalidad de crecimiento convirtió al estado en una de las zonas industriales más atractivas del país y contribuyó significativamente a la creación de empleos formales.
Sin embargo, en los últimos años han aparecido algunas grietas que obligan a revisar y actualizar el modelo.
Hoy, por ejemplo, los desequilibrios regionales se han convertido en una gran preocupación tanto para la población como para las autoridades. Mientras las inversiones no dejan de llegar a la Región Sureste, provocando incluso escasez de mano de obra, la diversificación productiva en la Región Carbonífera sigue sin resolverse.
Otra inquietud es la falta de un sistema público de apoyo para las pequeñas empresas. Mientras las autoridades trabajaban y ofrecían incentivos para asegurar la instalación de grandes plantas en tierras coahuilenses, las pequeñas empresas parecían tener que valerse por sí mismas. Siendo que su papel en la creación de empleo y el desarrollo económico es indiscutible.
El tercer tema que captó la atención de quienes desarrollan la nueva estrategia económica estatal es un enigma. Si Coahuila se ha posicionado en los últimos años como una de las entidades más competitivas del país, ¿por qué las grandes inversiones automotrices ya no eligen este estado como ocurría en el pasado? ¿Qué sucedió con Honda, Mazda, BMW y otras firmas internacionales que decidieron instalarse en estados menos competitivos según los rankings?
Quizás este misterio haya llevado al gobierno de Manolo Jiménez Salinas a considerar un nuevo enfoque llamado “Coahuila Global”. Desde mi punto de vista, se trata de construir alianzas estratégicas con grupos empresariales y clúster de las regiones y países de donde provienen las inversiones. Para ello se crea una nueva agencia llamada Pro Coahuila. La estrategia está diseñada para resaltar y potenciar las ventajas del estado en el contexto del nearshoring.
Esto tiene mucho sentido. Al enumerar las armadoras establecidas en otros estados en las últimas décadas, queda la sensación de que la estrategia de promoción no fue efectiva, ya que Coahuila reúne más ventajas en términos de competitividad. Al menos los proyectos de BMW y Kia debieron pelearse con mayor fuerza.
Bienvenida la nueva estrategia de promoción. Sin embargo, como hemos visto, existen otras grietas que requieren una mirada más profunda del modelo de desarrollo económico estatal. Las desigualdades regionales y la necesidad de construir un ecosistema de apoyo a las pequeñas empresas obligan a los funcionarios en materia económica a cuestionar los principios en los que se ha basado el modelo en las últimas décadas.
No se trata de renunciar a la confianza en los rankings de competitividad y la perspectiva global para atraer inversión extranjera. Ambos objetivos están afincados en Coahuila, pues se han logrado buenos resultados.
En cambio, las nuevas exigencias de la economía estatal y la creciente competencia por las inversiones entre estados requieren un modelo hibrido: resolver los problemas del desarrollo local con una visión global.
Solo así se podrá priorizar el crecimiento equilibrado en las seis regiones de Coahuila, desarrollar las capacidades de todas las empresas locales, sin importar su tamaño, y maximizar la competitividad estatal.
Coahuila global con desarrollo local
Desde la llegada de Chrysler y General Motors a Ramos Arizpe a finales de los años setenta, la estrategia económica de Coahuila se ha basado en mejorar la competitividad y atraer más inversión extranjera. Esta modalidad de crecimiento convirtió al estado en una de las zonas industriales más atractivas del país y contribuyó significativamente a la creación de empleos formales.
Sin embargo, en los últimos años han aparecido algunas grietas que obligan a revisar y actualizar el modelo.
Hoy, por ejemplo, los desequilibrios regionales se han convertido en una gran preocupación tanto para la población como para las autoridades. Mientras las inversiones no dejan de llegar a la Región Sureste, provocando incluso escasez de mano de obra, la diversificación productiva en la Región Carbonífera sigue sin resolverse.
Otra inquietud es la falta de un sistema público de apoyo para las pequeñas empresas. Mientras las autoridades trabajaban y ofrecían incentivos para asegurar la instalación de grandes plantas en tierras coahuilenses, las pequeñas empresas parecían tener que valerse por sí mismas. Siendo que su papel en la creación de empleo y el desarrollo económico es indiscutible.
El tercer tema que captó la atención de quienes desarrollan la nueva estrategia económica estatal es un enigma. Si Coahuila se ha posicionado en los últimos años como una de las entidades más competitivas del país, ¿por qué las grandes inversiones automotrices ya no eligen este estado como ocurría en el pasado? ¿Qué sucedió con Honda, Mazda, BMW y otras firmas internacionales que decidieron instalarse en estados menos competitivos según los rankings?
Quizás este misterio haya llevado al gobierno de Manolo Jiménez Salinas a considerar un nuevo enfoque llamado “Coahuila Global”. Desde mi punto de vista, se trata de construir alianzas estratégicas con grupos empresariales y clúster de las regiones y países de donde provienen las inversiones. Para ello se crea una nueva agencia llamada Pro Coahuila. La estrategia está diseñada para resaltar y potenciar las ventajas del estado en el contexto del nearshoring.
Esto tiene mucho sentido. Al enumerar las armadoras establecidas en otros estados en las últimas décadas, queda la sensación de que la estrategia de promoción no fue efectiva, ya que Coahuila reúne más ventajas en términos de competitividad. Al menos los proyectos de BMW y Kia debieron pelearse con mayor fuerza.
Bienvenida la nueva estrategia de promoción. Sin embargo, como hemos visto, existen otras grietas que requieren una mirada más profunda del modelo de desarrollo económico estatal. Las desigualdades regionales y la necesidad de construir un ecosistema de apoyo a las pequeñas empresas obligan a los funcionarios en materia económica a cuestionar los principios en los que se ha basado el modelo en las últimas décadas.
No se trata de renunciar a la confianza en los rankings de competitividad y la perspectiva global para atraer inversión extranjera. Ambos objetivos están afincados en Coahuila, pues se han logrado buenos resultados.
En cambio, las nuevas exigencias de la economía estatal y la creciente competencia por las inversiones entre estados requieren un modelo hibrido: resolver los problemas del desarrollo local con una visión global.
Solo así se podrá priorizar el crecimiento equilibrado en las seis regiones de Coahuila, desarrollar las capacidades de todas las empresas locales, sin importar su tamaño, y maximizar la competitividad estatal.