La transición en Coahuila toma forma
El 1 de diciembre concluirá la etapa del actual gobierno en Coahuila y comenzará otra fase con la llegada de Manolo Jiménez Salinas, Gobernador electo de la alianza PRI-PAN-PRD. Pero antes de la entrega oficial del poder, los nuevos protagonistas y el equipo saliente planificarán la transición para asegurar la continuidad de las acciones y el cumplimiento de los objetivos en los primeros meses de la nueva administración.
El proceso comenzó en julio con sendos diagnósticos en las diferentes áreas del gobierno estatal. En esta etapa, observamos señales de sintonía y cordialidad política entre el Gobernador Miguel Riquelme Solís y el electo Manolo Jiménez Salinas. Esto es muy útil para acelerar el flujo de información e integrar equipos eficientes.
Establecer canales de comunicación que faciliten un diálogo permanente evitará las dificultades experimentadas a nivel nacional y en otros estados, donde la falta de planeación en los procesos de entrega-recepción provocó situaciones como el “error de diciembre” en 1994 y las crisis más recientes de abastecimiento de agua e inseguridad en algunas entidades. El impacto negativo sobre la población fue evidente, ya que prácticamente se perdió el primer año de esas administraciones.
El principio básico de una transición exitosa es que el equipo saliente no abandona al elenco entrante en la oscuridad; ni los nuevos funcionarios piensan que lo saben todo, cuando en realidad ignoran la información y conocimientos de los que se retiran.
Por tanto, es importante considerar que la entrega-recepción es un proceso legal y administrativo, con una serie de formalidades y procedimientos claramente establecidos en la Ley de Entrega Recepción del Estado y Municipios de Coahuila.
Además, para garantizar que las reuniones de transición sean de calidad y brinden la información necesaria para que el nuevo gobierno asuma el poder sin dificultades y obtenga resultados en lo inmediato, es imprescindible contar con un ambiente de colaboración perfectamente organizado, según el plan y la metodología acordada entre ambos equipos.
Ciertamente, las medidas de política pública y los programas que Manolo Jiménez Salinas implemente al inicio de su mandato se verán influenciados por los resultados obtenidos durante la transición.
Quizás por ello, el propio Gobernador electo puntualizó las etapas a seguir en el proceso de entrega-recepción en Coahuila.
Como ya mencioné, el protocolo inició con el diagnóstico de la situación financiera y administrativa que guardan las dependencias y entidades. El inventario de recursos, programas y organigramas será de gran utilidad para detallar las acciones de gobierno que se conservarán y aquellas que serán sustituidas o modificadas.
En seguida, Jiménez Salinas señaló que se establecerán mesas de trabajo para analizar cuidadosamente la viabilidad de las acciones y programas. Esta etapa permitirá fijar objetivos, estrategias, plazos y responsables.
Tal vez aquí se determinen los ajustes necesarios a la Ley Orgánica y la estructura de cada dependencia, se definan los nuevos perfiles y se identifiquen a los funcionarios que serán ratificados en sus cargos.
Finalmente, una vez obtenidos los diagnósticos de cada dependencia, iniciará la fase donde la oferta política de la campaña electoral se convertirá en un Plan Ejecutivo de Gobierno que, según explicó el Gobernador electo, dará dirección y orden a las primeras acciones de su administración.
En suma, desde la perspectiva que concibe a la entrega-recepción como una herramienta para optimizar las condiciones de acceso al poder, considero que se cubren los tres aspectos estratégicos (planeación, formación de equipos y comunicación) para asegurar una transición ordenada y exitosa.
Solo tengo una pregunta: ¿En qué medida los ciudadanos y los partidos políticos de la alianza participarán en este proceso?