Triunfos y lecciones
Inicio esta columna enviando mis mejores deseos para esta Navidad y Año Nuevo. Espero que estos últimos días del calendario sean propicios para la convivencia en familia.
Luego, quizá valga la pena hacer un breve recuento de lo ocurrido en la política latinoamericana, un tema recurrente en los últimos meses. Y es que la región atraviesa una etapa de intensa efervescencia electoral. En 2025, sin embargo, el proceso se aceleró y el péndulo político estuvo más activo que de costumbre.
Ese vaivén ha sido más que suficiente para despertar el interés periodístico, no solo en México, también en otros países que celebrarán elecciones entre 2026 y 2027. ¿Qué tendencias dejaron los procesos electorales más recientes en América Latina?
Una buena síntesis de lo ocurrido es que el péndulo trajo avances significativos para la derecha y dejó, al mismo tiempo, profundas lecciones para la izquierda. Una moneda de dos caras: impulso para unos y advertencias para otros. Esa dualidad se reflejó como en ningún otro país en Chile, el pasado 14 de diciembre.
La nación de los fuertes temblores —no solo geológicos, también políticos— vivió en 2025 el mayor giro a la derecha desde el retorno a la democracia en 1990. Con el 58% de los votos, el conservador José Antonio Kast propinó una paliza a Jeannette Jara, candidata del presidente Gabriel Boric y de la fallida coalición de izquierda.
Pero más allá de los personajes —un Boric claramente desgastado y una Jara que, aun en la derrota, mantuvo una actitud decorosa—, el resultado reveló el agotamiento de un proyecto progresista incapaz de cumplir sus promesas de prosperidad, seguridad y apertura democrática.
El movimiento estudiantil que llevó a Boric a La Moneda ofreció el cielo y las estrellas, incluida una nueva Constitución. Sin embargo, al corte de caja, no hubo nueva Carta Magna —prevaleciendo la heredada por Pinochet—, ni crecimiento, ni mejoras en la seguridad. De hecho, en los últimos años, la criminalidad se convirtió en una de las mayores preocupaciones ciudadanas.
Ese discurso de altas expectativas terminó por encogerse. Fue solo cuestión de tiempo para que la realidad económica y el deterioro de la seguridad pasaran factura en las urnas a la izquierda chilena. Es una lástima, porque el proyecto encabezado por Gabriel Boric nació con intenciones legítimas y transformadoras.
En ese viraje, Chile estuvo acompañado. Como se ha observado, en 2025 el péndulo político se inclinó hacia la derecha en América Latina, confirmando una tendencia que comenzó a gestarse años atrás.
El año abrió con Ecuador, donde el derechista Daniel Noboa logró reelegirse sin mayores sobresaltos. Más tarde, la derecha consiguió un triunfo contundente en Bolivia con Rodrigo Paz, poniendo fin a décadas de hegemonía progresista encabezada por Evo Morales.
El péndulo continuó su marcha en Honduras, donde la izquierda sufrió una de las derrotas más sonadas en décadas. Y qué decir de Argentina, donde Javier Milei obtuvo un triunfo destacado en las elecciones intermedias, ampliando su margen de maniobra política.
En suma, el 2025 confirmó que la paciencia de los ciudadanos termina por agotarse; puede tardar, como en Bolivia, pero inevitablemente sucede. La lección para la izquierda es profunda: cuando los resultados no llegan, la alternancia aparece, aun sin invitación.




