Biocentrismo, la clave está en la conciencia.
Robert Lanza, connotado científico, médico y biólogo estadounidense, es actualmente director científico principal del Instituto de Medicina Regenerativa Astellas y profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Wake Forest. Nació en 1956 en Boston Massachusetts y desde el sótano de su casa logró alterar aves genéticamente. Sus resultados llamaron la atención de la Escuela de Medicina de Harvard. De ahí pasaría a ser becario Fulbright, hasta llegar a formar parte del equipo que clonó los primeros embriones humanos, así como ser el primero en generar con éxito células madre de adultos. Más de 30 publicaciones sobre biología y medicina, así como formar parte de la revista “Time” en su lista de 100 personas más influyentes del mundo, son cartas de recomendación a tomar en cuenta.
Fuera de la especialidad médica, publica dos libros para la editorial Sirio, “Biocentrismo” y “Más allá del Biocentrismo” en colaboración con el astrofísico Bob Berman. La apuesta es una teoría en la que “la conciencia” es la piedra angular de 7 principios que postulan posibles respuestas a preguntas aún sin resolver: La naturaleza del universo, la vida, la muerte, el tiempo y el espacio. La premisa de una gran conciencia cósmica, que por supuesto no puede ser resuelta por la ciencia actual, porque ninguna especialidad científica es capaz de explicar como algo inmaterial (en este caso la conciencia), puede surgir a partir de algo netamente material como lo es, el cerebro.
El Biocentrismo propone responder a las grandes cuestiones científicas y filosóficas de nuestro tiempo, a partir de la consciencia como elemento integrador del rompecabezas. Resulta interesante reflexionar cómo esta mente científica y experta en temas de biología y origen de la vida, apuesta por una forma muy particular de entender nuestro papel en el universo. Quizá nuestro tiempo no le hará justicia, pero siempre nos queda reconocer que los inquietos y difamados pensadores del pasado, son las piedras angulares de nuestro presente. Vale la pena leerlo, antes de que el futuro nos alcance.
Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.