Jaime Cleofas Martínez Veloz Marchista Universitario de Saltillo a México, 1984 .

En 1984, siendo universitario, caminé de Saltillo a la Ciudad de México. Aquella marcha fue un acto de juventud y convicción: defender la educación, exigir respeto, recordar que los derechos no se mendigan, se conquistan.

La carretera se convirtió entonces en aula y en tribuna, en espacio donde la dignidad se hacía visible paso a paso.

Hoy, más de cuarenta años después, la historia vuelve a andar sobre el asfalto. Los trabajadores de AHMSA han salido de Monclova rumbo a Saltillo, reivindicando los derechos sociales y sindicales que les corresponden. No marchan por capricho, sino por necesidad; no levantan consignas partidistas, sino reclamos de justicia.

En este día, el ciudadano saltillense Alfonso Danao se trasladó a la carretera para solidarizarse con ellos. Su gesto es más que acompañamiento: es reconocimiento de que la lucha obrera no pertenece solo a quienes visten el overol, sino a toda la comunidad que se sostiene en su esfuerzo.

Alfonso se convierte en símbolo de la ciudadanía que no se queda al margen, que entiende que la dignidad de unos es la dignidad de todos.

Como coahuilense, sé lo que significa esta caminata. Es la continuidad de una memoria que une generaciones: la de los estudiantes que marchamos en 1984 y la de los obreros que hoy defienden su trabajo.

En ambos casos, la carretera es escenario de resistencia, de esperanza y de reclamo legítimo. Reconozco y apoyo los justos reclamos de los trabajadores de AHMSA. Su marcha es también nuestra marcha.

Su voz es también la voz de quienes creemos que el trabajo debe ser respetado, protegido y nunca olvidado. La dignidad no se negocia. Se defiende.

Y hoy, se defiende caminando. Este es un llamado a la ciudadanía para hacer esta lucha de todos, solidaricemonos a un reclamo justo.