
Durante el funeral del Papa, se realiza un emotivo rito que incluye cubrir su rostro. Aquí te explicamos por qué.
El funeral de un Papa está lleno de simbolismo, tradición y actos cargados de espiritualidad.
Pero hay un momento clave que pocos conocen y que representa uno de los gestos más íntimos y conmovedores de todo el ritual: cuando, justo antes de cerrar el féretro, se le cubre el rostro con un velo blanco de seda.
Este acto, que ocurre en los últimos instantes antes del entierro, no es una simple formalidad. Tiene un profundo significado teológico y espiritual que honra la vida del pontífice y su encuentro con Dios.
Un velo blanco antes del último adiós
El rostro del Papa es cubierto justo antes de cerrar el ataúd que será depositado en las Grutas Vaticanas o en el lugar que haya elegido.
Se trata de un velo blanco de seda, símbolo de la esperanza cristiana: la certeza de que el Papa podrá contemplar el rostro de Dios, acompañado por la Virgen María y los santos.
Este gesto también representa el fin de su misión terrenal como líder espiritual de más de mil millones de fieles, y el inicio de su tránsito hacia la vida eterna.
El legado que se guarda con él
En ese mismo momento, el Maestro de Ceremonias introduce en el ataúd dos elementos importantes:
- Un tubo de metal sellado con un acta oficial que resume la vida, obras y legado del Papa.
- Una bolsa con monedas acuñadas durante su pontificado: una de oro por cada año, una de plata por cada mes adicional y una de bronce por cada día extra.
Por ejemplo, al Papa Benedicto XVI, que gobernó durante 7 años, 10 meses y 9 días, se le colocaron 7 medallas de oro, 10 de plata y 9 de bronce.
Un acto íntimo lleno de simbolismo
A diferencia de lo que muchos creen, cubrir el rostro del Papa no es para ocultarlo, sino para sellar un momento de profunda esperanza y fe.
Es un gesto que ocurre en silencio, sin cámaras ni público, reservado solo para quienes participan en los ritos finales.
Una despedida digna de un Pastor eterno
Cubrir el rostro del Papa antes de cerrar su féretro no es solo una tradición: es una despedida solemne, que combina devoción, historia y la creencia en la resurrección.
En ese instante, el líder de la Iglesia es encomendado a Dios, en espera de la vida eterna.
Información de: ABCnoticias