Desde la popularización del uso del automóvil como medio de transporte, la seguridad en éstos se ha vuelto obsesiva. Primero, con la incorporación del cinturón se logró reducir en 80% las lesiones y decesos por accidentes automotrices.
Desde entonces, las compañías del ramo han seguido invirtiendo en sistemas de seguridad. Las bolsas de aire, los sistemas de frenos antibloqueo, los de advertencia de colisión frontal y los de “punto ciego”, por mencionar algunos ejemplos, debieran reducir el número de accidentes mortales.
Sin embargo, los accidentes fatales en el mundo suman 1.3 millones al año y la tendencia no es hacia la baja, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
América Latina contabiliza más de 110 mil defunciones anuales y en México la estadística no es halagüeña, sobre todo la referente a las muertes infantiles por esta casusa.
Luego, ¿qué es lo que pasa? Muy sencillo: las personas responden a estímulos. Con tantas innovaciones de seguridad, aunado a la contratación seguros de responsabilidad civil, los conductores se vuelven menos precavidos y más temerarios al conducir.
Manejar a altas velocidades y distraerse al cambiar constantemente la selección musical, llamar por celular o responder mensajes de texto, vuelven la experiencia de conducir más agradable, pero también más peligrosa. Ni qué decir de conducir bajo los efectos del alcohol.
Un estudio realizado por la Universidad de Nottingham demuestra que con el advenimiento de la “píldora del día siguiente” pudo haber reducido el número de embarazos no deseados, pero aumentó el índice de enfermedades venéreas entre los jóvenes debido a un mayor número de encuentros sexuales sin protección.
De la misma forma, vehículos más seguros y asegurados pudieran causar menos muertes, pero disparan el número de accidentes, algunos fatales. ¿Cuál efecto es mayor? Especialistas en la materia concuerdan que ambos efectos son, en promedio, iguales y se cancelan; aunque observan que en los países de ingresos altos cada vez hay menos muertes por esta causa y en los de ingresos medios y bajos, cada vez más.
¿Qué hacer, entonces, para reducir los accidentes viales? El comportamiento del conductor es muy sensible a los mensajes en su ambiente. La imagen de una patrulla (aunque sea de cartón) en la carretera o un señalamiento de escuela vuelven al conductor más precavido.
Pero sin duda la acción más importante es hacer conciencia y evitar que nosotros, y nadie en nuestro entorno, maneje en estado inconveniente. Hagamos que estas épocas decembrinas sean de reflexión y unión familiar, y no de luto y tragedia social.