Niño de 9 años estudia diplomado de Química en la UNAM

14 agosto 2015
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mini-NIÑO GENIOCarlos Santamaría Díaz es el único estudiante que llega a la Facultad de Química de la UNAM acompañado de sus padres, pero a sus 9 años ya concluyó los módulos “Principios de equilibrio en disolución” y “Espectroscopía infrarroja de RMN y espectroscopía de masas”.

Apenas cumplió nueve años el pasado 29 de junio, sus piernas no alcanzan el suelo cuando se sienta en su lugar de la primera fila y es el único de los alumnos del diplomado “Química Analítica” —impartido por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)— que llega a clases en compañía de sus padres. Se trata de Carlos Santamaría Díaz, el estudiante más joven de este curso.
Su alta capacidad cognitiva le permitió a Carlos concluir los módulos “Principios de equilibrio en disolución” y “Espectroscopía infrarroja de RMN y espectroscopía de masas” del diplomado organizado por la Secretaria de Extensión Académica de la Facultad de Química de la UNAM.

“Me gusta estar aquí (en la UNAM), en todo el medio; siento que puedo estudiar bien. Me gustaría cursar biología, química o medicina, porque hago muchas cosas aparte de la química. A veces veo la tele o estoy con mis juguetes; hago muchas cosas, pero no tengo redes sociales, eso la verdad no me interesa.

“Investigo cosas así, de química o bioquímica; por ejemplo, en este módulo me ponen tres espectros y me preguntan qué compuesto químico es, y no me dan ningún dato, pero todo lo que está difícil lo resuelvo de cualquier modo”, dice orgulloso el niño universitario.

Sus padres, Arcelia Díaz Sotelo y Fabián Santamaría Plascencia, aseguran que desde los dos años de edad, Carlos usaba la computadora de su casa y, a los tres años y medio, ya leía en voz alta los meses del calendario.

Arcelia Díaz Sotelo y Fabián Santamaría Plascencia, padres del niño. // Foto: UNAM.
Foto: UNAM.
Arcelia Díaz Sotelo y Fabián Santamaría Plascencia, padres del niño.

Cuando Carlos entró a la primaria, su ímpetu por aprender más ocasionaba que las clases le parecieran aburridas y que tuviera problemas con sus maestros. Por si fuera poco, en sus vacaciones el menor continuaba con sus estudios, por lo que sus padres se dieron cuenta que el problema de su hijo eran sus ”inquietudes científicas”.

Tras detectar las capacidades de aprendizaje de su hijo, Arcelia y Fabián se acercaron con la responsable de la organización de los diplomados de la facultad, Alejandra Soriano, para responder a las inquietudes académicas y fue así como encontraron el diplomado.

Mientras el niño pone atención en sus clases en la UNAM, su padre explica que Carlos ya no asistirá físicamente a la primaria donde realizó los grados previos. “Lo que va a hacer es aprovechar que estudió en España, debido a que él puede vincularse a un programa de educación en línea que tiene la Comunidad Económica Europea.

“Entonces ya está aceptado e inscrito y empieza el 1 de octubre. Iniciará cuarto año de primaria y presentará ejercicios trimestrales; eso será el 50 por ciento de la calificación. A fin de año irá a la embajada de España y presentará un examen que vale el otro 50%”, explicó.

Además, en 2016, cuando Carlos cumpla 10 años, su padre buscará que el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), que tiene un programa que se llama “10-14”, le haga exámenes para acreditar y adelantar años académicos, aunque confió en que venir a la UNAM les ayudará a encontrar más gente que los apoye.

“Una ocasión, en Toluca, una profesora insinuó que nos acusaría de maltrato infantil, porque presuntamente le enseñábamos cosas antes de la etapa que le correspondía; pero él las aprende, yo no las enseño, y es un gusto saberlo. Mi labor de padre es que todo esto no se vaya por un camino obscuro”, aclaró.

Uno de los maestros de Carlos, el académico de la Facultad de Química, Eduardo Rodríguez de San Miguel Guerrero, indicó que la selección de materias la hicieron de manera conjunta la parte administrativa, los padres de Carlos y el niño para que se presentaran temas que no lo desalentaran.

“Pensé en asignaturas que de alguna manera pudieran soportar esa inquietud. El primer módulo que tomó fue una concepción global de la química, de cómo se efectúan las reacciones, a qué cosas dan origen, para que tuviera conocimientos básicos de reactividad”.

Al salir de clases, Carlos se sincera y asegura: “Es que a veces de pronto estoy soñando, pero es como si tuviera los ojos abiertos”.

 

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