La caja mágica: Escrito por Enrique Martínez y Morales.

22 junio 2015
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La desigualdad en nuestro país es un problema tan lacerante como añejo. Como dice en uno de sus poemas transformado en canción mi paisano Fito Galindo, “Hay cunitas que son de petate y cobijas de manta o de seda; sin saber, al nacer ya venías de primera, segunda o tercera”.

No es ésta la realidad de todos los países. Finlandia, por ejemplo, goza de uno de los mayores índices de igualdad en el mundo, aunque no siempre fue así. Apenas hace tres cuartos de siglo sus indicadores de equidad y de crecimiento no eran para presumirse. La mortandad infantil rondaba los 90 niños por cada mil nacidos.

Los finlandeses han aplicado muchas políticas públicas. Una, especialmente exitosa, ha sido la de otorgar a las mujeres embarazadas una caja de cartón repleta de productos indispensables para garantizar el buen cuidado del infante durante sus primeros meses de vida, incluyendo una cita con un obstetra.

La misma caja, similar a la que utilizamos para almacenar fólderes y carpetas, viene con un colchón en el fondo. Se utiliza como primera cuna, brindando así a todos los bebés la posibilidad de un arranque igual en la carrera por la vida. Allá no hay moisés de primera, segunda o tercera… todos son de cartón.

Los colores de la ropa son unisex, por los que todos los infantes visten igual. Vienen libros para motivar la lectura familiar. Para incentivar a las madres a dar pecho, no se incluyen biberones.

A nadie se nos enseña a ser padres, y a muchos primerizos no nos “cae el veinte” de esta enorme responsabilidad hasta tener al bebé en brazos, cuando ya es muy tarde, a veces, para corregir vicios o realizar acciones preventivas. La pertinencia de la llegada de la caja y el acompañamiento médico obligatorio crean conciencia y mejoran las condiciones del ecosistema prenatal.

Muchos beneficios por una simple caja de cartón con el avituallamiento básico posnatal como contenido: hoy Finlandia es uno de los países con menor desigualdad, altas tasas de crecimiento y prácticamente cero mortandad infantil. Además, sus mamás son de las más felices del planeta.

En México no nos falta ingenio. Programas exitosos como “Cruzada contra el Hambre” han comenzado a corregir la inequidad alimentaria, paso indispensable para alcanzar la anhelada justicia social y revertir el sentido de la contundente sentencia de Abraham Lincoln: «Todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son”.

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