Algo que vale la pena contar: Dicen que no es muy recomendable poner todos los huevos en una misma canasta.

11 abril 2015
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boardman y bueno, resulta que tampoco todos los pollos.

Hace algunos días leyendo un interesante libro sobre “Los desafíos de la memoria” del autor Joshua Foer, me topé con un empleo que ni por asomo imaginé que existiría: “Sexador de pollos”, así como lo lee.

Sucede que según las consideraciones de los grandes productores avícolas, hasta principios del siglo pasado era imposible distinguir los pollos hembras de los pollos machos por sus rasgos físicos visibles al momento de nacer. Tenían que pasar unas cinco semanas de edad para que las plumas distintivas de cada género aparecieran sumadas por supuesto al rasgo distintivo de la cresta. Para entonces los gastos de manutención y alojamiento de todo un mundo de pollos se volvían prácticamente incosteables.

Hay que considerar que estamos hablando de millones de pollos, y que la necesidad apremiante de diferenciarlos a la brevedad, estriba en que finalmente lo que interesa a los productores son las hembras, ya que en lo subsecuente se transformarán en ponedoras de huevo y representan una mayor escala de comercialización que la propia carne del ave procedente de los machos.

Sería hasta por ahí de 1927 que durante el Congreso Mundial de Avicultura de Ottawa, se presentó un descubrimiento: los pollos de apenas un día de edad, podían ser identificados por su género si se lograban apreciar con exactitud una serie de pliegues, manchas y bultos que se encuentran de manera apenas perceptible en el límite final de su intestino.

Ese hallazgo que de entrada quizá pudiera parecernos insignificante, afectó considerablemente el desarrollo económico y alimentario global: revolucionó el sector productor de huevos a tal grado que su precio comenzó a reducirse considerablemente en el mundo entero.

Lo curioso es que el empleo de sexar los pollos no es considerado un trabajo cualquiera, requiere de un exhaustivo entrenamiento que implica más de dos años en escuelas especializadas, como la de “Sexadores de Pollos Zen de Nipón”, cuyos niveles de exigencia en el desarrollo de la técnica son muy rigurosos, tanto que al final solamente un 8% concluye su preparación. Los egresados son empleados por la misma compañía y van dando asesorías profesionales por todo el mundo para atender la alta demanda de este empleo, que por cierto es bien remunerado. Fíjese usted, actualmente un sexador de pollos en Europa gana más o menos unos 4,500 euros al mes, unos 72,800 pesos mensuales. En Reino Unido el sueldo es similar unos 60 mil dólares al año, que se traducen en unos 900 mil pesos y claro, más prestaciones.

Seguramente el sueldo es proporcional al tedio que representa el trabajo, al mismo tiempo que a la meticulosidad y delicadeza que exige mucha concentración, ya que el sexador tiene apenas de tres a cinco segundos para reconocer una protuberancia del tamaño de una cabeza de alfiler, mayor tiempo podría significar dilatación de la protuberancia y como consecuencia un mayor margen de error. Los mejores empleados de este curioso oficio pueden determinar el sexo de 1, 200 pollos en una hora, con apenas un margen del error del 1 al 2 %. Hasta el momento, no ha sido posible que ninguna máquina pueda realizar este trabajo alcanzando los mismos niveles de confiabilidad y tiempo. Y según cuentan las noticias, actualmente es un empleo de alta demanda que tiene escases crónica.

Así que ahí tiene el dato, y si acaso en alguna ocasión llegaran a formularle la pregunta clásica de ¿Por qué el pollo cruzó el camino? Lo aquí relatado podría transformarse una buena respuesta original.
Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.
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Escrito por: Alberto Boardman

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