Cientos de rusos, muchos con claveles rojos, hacían cola el martes para rendir sus respetos a Boris Nemtsov, el crítico del Kremlin cuya muerte la semana pasada puso de manifiesto los peligros de hablar contra el presidente ruso, Vladimir Putin.
Los aliados de Putin niegan cualquier implicación en la muerte, pero los amigos de Nemtsov, que recibió cuatro disparos en la espalda el viernes cerca del Kremlin, dicen que fue víctima del odio generado por sus críticas al presidente.
En un gesto de conciliación desde el Kremlin, el viceprimer ministro Arkady Dvorkovich se unió a los dolientes en la sala donde se ubicaba el ataúd abierto de Nemtsov. Dvorkovich, que pertenece a la tendencia liberal cada vez más marginada en el Kremlin, llevaba un ramo de flores rojas.
«Él era nuestra esperanza», dijo Tatyana, una jubilada que hacía fila para rendirle sus respetos. «Me siento como si Putin me hubiera matado».
El activista de derechos humanos Lev Ponomaryov dijo que uno de los principales culpables de la muerte era la televisión estatal rusa, que rutinariamente describe a los opositores al Kremlin como traidores.
«Si miras lo que la gente dice de la muerte, las versiones difieren. Algunos culpan a Vladimir Putin, algunos no. Pero todos están de acuerdo en que la televisión estatal rusa creó la atmósfera que llevó a esto», sostuvo.
La muerte de un líder opositor en una zona muy vigilada por los servicios de seguridad ha sido profundamente embarazosa para Putin.
En una entrevista con Reuters en Washington, el presidente Barack Obama dijo que el crimen era un síntoma del empeoramiento de la situación en Rusia, donde los derechos civiles y las libertades de los medios de comunicación han retrocedido.
