
Desde el terreno, ubicados al extremo norte de la Antártida, una espectacular cubierta blanca de hielo parece extenderse hasta el infinito. Lo que escapa al ojo es la batalla épica que kilómetros abajo se libra y que está redibujando el mapa de la Tierra.
El agua está licuando el hielo antártico. Lo derrite justo cuando se encuentra con el océano. Aunque la capa de hielo se derrite lentamente, en la última década se han vertido al mar unas 118 mil millones de toneladas métricas de hielo, según cálculos satelitales de la NASA.
Eso representa más de 350 mil veces el peso del Empire State, o la misma cantidad de hielo necesario para llenar más de 1.3 millones de piscinas olímpicas. Y la tasa de descongelamiento se está acelerando.
En el peor de los casos, el deshielo podría elevar el nivel del mar hasta 10 pies (3.3 metros) en todo el mundo en uno o dos siglos y que cubra las costas que están densamente pobladas.
Partes de la Antártida se están derritiendo a una tasa tan acelerada que el continente se ha convertido en «la zona cero del cambio climático global, sin duda alguna», dijo Jerry Mitrovica, geofísico de la Universidad de Harvard.
Apenas el mes pasado, los científicos notaron en imágenes de satélite que una enorme grieta de hielo en la península llamada Larsen C había crecido unas 12 millas (20 kilómetros) en 2014. Lo que es peor, la grieta afectó un tipo de banda de hielo que usualmente frena esas grietas.
Hace unos pocos años, los científicos pensaban que la Antártida en su totalidad estaba en equilibrio, sin ganar ni perder hielo. Los expertos estaban más preocupados por Groenlandia, más accesible y fácil de notar. Pero una vez que pudieron estudiar bien el fondo del mundo, el centro de sus temores cambió.
Ahora, científicos en dos estudios separados usan términos como «irreversible» e «indetenible» para hablar del deshielo al occidente de la Antártida. El hielo está creciendo al este del continente, donde el aire y el agua son más fríos, pero a un ritmo menor que en el oeste.
En la NASA, el especialista en hielos Eric Rignot dijo que el derretimiento «avanza más rápidamente que lo que nadie había pensado. Es una señal de alarma».
La suerte del mundo depende de cuán rápido se derrita el hielo.