El que siembra vientos… Por: Enrique Martínez y Morales

30 noviembre 2020
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Por fin, el presidente Trump comenzó a ceder. Aunque a regañadientes y aún sin conceder, instruyó al equipo responsable del proceso entrega-recepción a comenzar con los trámites.

Al final de cuentas, él sabe que las instituciones están por encima de las personas.

La verdad es que nunca pudo convencer a la mayoría de los norteamericanos.

En ambas elecciones presidenciales perdió el voto popular, aunque en la última la diferencia fue el doble de la anterior, más de seis millones de votos.

Con el nuevo gobierno se visualizan algunos cambios positivos. Regresará la cordura a la Casa Blanca.

Ahora retomarán su relevancia los canales formales de comunicación y se dejará de gobernar a “twitazos”, muchas veces tan dañinos para los mercados financieros y para las relaciones bilaterales con otros países.

La agenda verde se posicionará nuevamente como prioritaria y estratégica en Norteamérica.

La política nacionalista, tan mal concebida y peor implementada por el gobierno saliente, cambiará radicalmente de tono.

Los acuerdos comerciales serán vistos como una oportunidad de ganar-ganar y no de abusar de la contraparte.

La “guerra” contra China y otros países será sustituida por un entendimiento más armónico.

Quedó claro que esa estrategia solo trajo consigo un mayor déficit comercial para nuestro vecino del norte.

Volverán los programas sociales eliminados por Trump y quizá se reviertan algunas de las reducciones impositivas para las empresas que solo beneficiaron a un grupo muy pequeño de personas de altos ingresos.

Una gran ventaja que se avizora es que Joe Biden ya dijo que, debido a lo avanzado de su edad, no buscará la reelección en cuatro años.

Será entonces de los pocos presidentes que asuman el cargo pensando, no en la siguiente elección, sino en la próxima generación.

Eso le dará flexibilidad para tomar decisiones poco populares en el corto plazo, pero muy benéficas en el largo.

Creo que a México le espera un mejor futuro en el que nos tratarán con mayor respeto y nos verán nuevamente como un socio estratégico, porque al fin de cuentas, eso es lo que somos.

Trump buscó siempre la confrontación y la radicalización de la sociedad que en algunas ocasiones estuvo a punto de salírsele de control.

Esa misma sociedad dividida fue la que le retiró el bastón de mando.

 En un país forjado por inmigrantes, en un continente deseoso de armonía, eso ya no funciona.

Dice el dicho “el que siembra vientos cosecha tempestades”, y tempestades fue lo que Trump cosechó.

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