DOMINGO DE LEYENDA. DOÑA PAULINA (LA BRUJA DE MONCLOVA)

30 agosto 2020
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Allá en la década de los setentas en Monclova estaba en construcción el hoy extinto y prestigiado centro comercial Merco Carranza donde uno de los trabajadores, Arnulfo Barboza Sifuentes, a mediodía se trasladaba desde Ciudad Frontera para iniciar su jornada.

Estaba asignado al desyerbe del terreno donde se edificaría el negocio. Era una gran extensión de tierra repleta de matorrales y mezquites así como huizaches. Ya entrada la madrugada regresaba a su casa en la colonia Occidental. Fue un viernes cerca de las 20:00 horas cuando escuchó unos extraños gruñidos, como si un animal estuviera herido, detrás de unos montones de tierra.

Curioso, Arnulfo se armó de valor no sin antes tomar un garrote para asomarse a ver de qué se trataba; lo que observó lo espantó, se trataba de un gran animal, emplumado, similar a un guajolote pero de un tamaño descomunal y con ojos rojos.

Temiendo lo peor alzó el garrote y se dispuso a matar a aquel ente, sin embargo casi se desmaya al escuchar que el animal le habló.

“No me mates, me dispararon con un rifle en el ala cuando volaba, préstame tu pañuelo para vendarme”.

El trabajador prestó la prenda y el misterioso pajarraco le prometió: “No tengas miedo, no te voy a hacer daño ni te lo haré mientras viva, ni a ti ni a tu familia, si es que la tienes”. Acto seguido emprendió el vuelo.

Así pasó el tiempo y cierta madrugada miró con sorpresa a una vecina con un brazo vendado. Al llegar su esposa Juanita, le preguntó: “¿Qué le pasó a doña Paulina, vieja?, trae vendado un brazo”.

“¡Qué te cuento viejo!” dijo la esposa “Allá por donde trabajas le dieron un balazo cuando regresaba de ver a un familiar enfermo”. Lo que escuchó Arnulfo le heló la sangre pero hizo de tripas corazón y al amanecer visitó a doña Paulina, quien al ser cuestionada le narró su verdad y más aún, le entregó aquel pañuelo que él le había prestado para cubrir su herida y le agradeció a su vecino.

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