La masacre de Tlatelolco

2 octubre 2019
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Durante la tarde del miércoles 2 de octubre de 1968 miles de personas se concentraron en la Plaza de las Tres Culturas de la capital mexicana con el fin de escuchar a los líderes del movimiento estudiantil, nucleados en el Consejo Nacional de Huelga (CNH), que desde hacía más de dos meses se enfrentaba en las calles, y desde las universidades, al gobierno autoritario del presidente priista Díaz Ordaz. 14 días antes el ejército nacional había violado la autonomía universitaria ocupando las instalaciones de la UNAM, persiguiendo y deteniendo a los estudiantes organizados.

La brigada de guantes blancos operando

Cuando el último orador del día se dispuso a hablarle a las masas desde el tercer piso del edificio Chihuahua, un helicóptero que sobrevolaba la zona lanzó bengalas de colores verdes y rojas sobre la plaza. Era la señal de las FFAA para atacar a los manifestantes disparando a mansalva con ametralladoras desde jeeps y tanques ligeros junto con francotiradores apostados en los edificios cercanos. Así comenzó la Masacre de Tlatelolco, matanza organizada por el ejército mexicano, la Dirección Federal de Seguridad y un grupo parapolicial conocido como el Batallón Olimpia, que vestidos de civil se infiltraron en la multitud identificándose entre sí con un guante blanco en la mano izquierda. Según los datos de la Comisión de Verdad el saldo de muertos supera los 300 (para las fuentes oficiales oscilan entre 20 y 28 muertes), además de 700 heridos y 5 mil estudiantes detenidos. Los cuerpos de las víctimas no pudieron ser fotografiados porque el ejército cerró el área a los medios de comunicación. No es casual que semejante operativo represivo se diera a 10 días de comenzar los JJOO en dicha ciudad, el Comité Olímpico había amenazado con la suspensión de los juegos en caso de que el proceso juvenil continuara.

El Batallón Olimpia con guantes blancos

La masacre de Tlatelolco se produjo en medio de un contexto de politización estudiantil en las universidades y los institutos secundarios cobrando protagonismo en la escena política nacional y logrando ganarse el apoyo de amplios sectores sociales entre ellos docentes e intelectuales pero también sumaron a un sector del movimiento obrero mexicano encabezado por los ferrocarrileros que habían experimentado en carne propia el accionar del aparato represivo estatal. Todos ellos compartían una serie de aspiraciones y reivindicaciones democráticas hastiados del autoritarismo propio de un régimen de partido único como era el caso del PRI en México.

Detenidos de la masacre de Tlatelolco

1968 fue un año de ebullición revolucionaria mundial producto de la insurrección de sectores explotados y oprimidos, de los cuales la juventud tomó la posta.

Estudiantes asesinados por las fuerzas represivas Mexicanas

El mundo en el 68 y la experiencia mexicana

La experiencia de la revolución cubana y la lucha antiimperialista que comenzaba a ganar ímpetu en el Vietcong generó un despertar de la vida política y la militancia en amplios sectores juveniles del mundo. Al mismo tiempo, la desaceleración de la economía internacional y los primeros síntomas de crisis capitalista generaron las condiciones objetivas para que la lucha de clases cobre protagonismo a través del proceso de Liberación Nacional de Argelia, la insurrección obrera-estudiantil del mayo francés, las revueltas antiburocráticas en Praga enfrentaban a los gobiernos estalinistas y el Cordobazo argentino, un año después.

Todas estas experiencias sesentistas foguearon al movimiento estudiantil mexicano.
En los años previos al 68 se habían solidarizado con las diferentes protestas reprimidas como la movilización magisterial en 1958, la de los ferrocarrileros un año después, repudiaron el asesinato del dirigente campesino Rubén Jaramillo y de su familia y fueron reprimidos en la movilización de médicos del ‘65.

El accionar represivo del Estado fue el acelerador del proceso estudiantil. Las universidades fueron tomadas por los estudiantes y se ganaba las calles con las movilizaciones. Surgió el Consejo Nacional de Huelga, órgano democrático conformado por delegados revocables de todas las universidades en lucha y las asambleas eran diarias en los colegios.

Lo que paso en Tlatelolco fue un duro golpe para los estudiantes pero no liquidó a sus organizaciones que continuaron enfrentándose al gobierno en las décadas siguientes, pidiendo el juicio y castigo a los culpables de la masacre aún impune.

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