Solo Para locos

19 junio 2019
Visto: 1287 veces

 

Entre sueños y figuraciones vinieron imágenes como caídas del cielo, no sé si fue lo abundante de la cena o algunas lecturas dantescas, lo cierto es que llegaron a mi torpes e inusitadas visiones, acepto que en la mente de alguien con impulsos de soñador y mezclas de poeta es difícil distinguir entre los momentos cuerdos y la locura.

El punto es que vi llegar abruptamente a un mancebo con aires de distinción, flotaba con quien discurre en el aire, a su mano una trompeta, instrumento que conforme se aproximaba comenzó a tocar con fuerza melodiosa, a su ritmo floté a su lado, el recorrido fue vertiginoso, una velocidad no imaginable, en instantes observe altares, columnas, nichos y floridas tumbas con distinguidos acentos de opulencia, tumbas obscuras albergadas en el silencio, de nuevo la corneta comenzó a sonar, ritmos de mando que fueron atendidos por mármoles y odios de aquellos muertos.

Así al punto retumbo la tierra, dando licencia para que aquellos huesos salieran de sus tumbas, se movían como buscándose unos a otros, como queriendo encontrar a sí mismos, aun cuando el tiempo fue breve pude distinguir a quienes vivieron felices, a los que murieron con odio, a los satisfechos pero también  a quienes dejaron faenas sin terminar, algunos sonreían, otros mostraban asombro, unos más expresaban ira, los avarientos con ansias y congojas como muecas de quien busca lo perdido y recelan algún rebato, también observe a quienes estuvieron llenos de vanidad, esos se espantaban con sigo mismo evitando verse en la apariencia de los demás.

Algunos huían con asco y otros con miedo de sus propios cuerpos en despojo, si bien observaban como les faltaban miembros nadie hacia por completarse con las partes de otro como si en la muerte se extinguiera la ambición o el arrebato que padecemos en vida, entre tantos muertos y sus actuares no pude contener la hilaridad, claro que no esboce una sonrisa pero la mantuve a mis adentros, pese a la escena no padecí temor, mientras el trompetero no me dejara entre los muertos que de mal podría pasar, fuera petulante si no confesara que nunca estuve en completo sosiego, ver el futuro impostergable de la muerte tampoco es algo grato de enfrentar, entre lo visto era notorio que algunos esperaban que se les reconociera de entre todos, algún saludo o quizás una reverencia de mi parte, denotaban cierto aire de lo que fueron pero pese a ello ya no eran nada, su imagen no distinguía de los demás, todos los muertos eran iguales, al menos en apariencia no existía distingo, nadie ya tenía nada, ni soberbia, ni temple, ni bienes, al ser quien narra un amante del buen comer incluso sentí ironía al pensar que estos muertos estaban tan despojados de todo que incluso no tenían ni hambre.

Entre mi pensar de pronto reino el silencio, aquella trompeta enmudeció, los rostros de aquellos muertos reflejaban espantos y fue ahí donde vi hacer silencio a todos, entre la penumbra destacaba un trono, el reflejo de talla era de omnipotencia y milagro, alguien lo ocupaba vestido de sí mismo y destacando de los demás, su rostro era incierto pero claro quedo que denostaba algo hermosa para algunos y enojo o disgusto para los demás, una figura inexplicable de la cual pendían estrellas y soles, observándola podías ver el viento tullido y mudo, agua circundando sus orillas pero suspensa de la tierra, en ese breve momento algunos muertos quisieron entrar en mi, venia por cientos, sus imágenes fantasmales pasaban entre mi carne pero no lograban quedarse, algunos pocos no lo intentaron, se veían tranquilos en su condición de muertos, bien aceptándola o igual satisfechos, en un parpadeo el trompetero se postro a mi lado y tan veloz mente como viajamos a ese lugar retornamos a donde mi cuerpo.

Hoy te cuento mi cuento, sin precisar si lo viví o tan solo lo soñé, que es un sueño y que la vivencia, seguro todo es lo mismo y al final lo mismo sea nada.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *