La historia detrás de la famosa foto del fatídico atasco en el Everest

30 mayo 2019
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“Sí, yo hice la foto”. Nirmal Purja (Myagdi, Nepal; 1984) estaba ahí el pasado 22 de mayo. Cerca de la cima del Everest. El alpinista nepalí había coronado la cumbre del mundo (8.848 metros) y se encontraba en pleno descenso cuando se vio atropellado por la marabunta. Más de 200 personas intentaban el ascenso en un atasco humano jamás visto en el techo del planeta. Purja no podía avanzar. La aglomeración amenazaba con convertirse en una trampa mortal. Entonces se quitó los guantes y tomó una fotografía espectacular, tremendamente significativa de aquello en que se ha convertido el Everest: un destino para turistas que las compañías comerciales ofrecen a precio de oro sin importar la preparación física o técnica de los clientes. Hasta 10 personas murieron en el intento.

“Me encontré totalmente atascado en ese tráfico de gente ahí arriba”, cuenta Nirmal Purja a EL PAÍS. “Yo estaba bajando. De repente, me quedé parado, sin poder moverme. Había más de 200 personas intentando subir. Miré alrededor y tomé la fotografía. Me quité los guantes. Tenía las manos heladas y los dedos entumecidos, pero quería hacer la foto como prueba de lo que pasaba. Claro que estaba preocupado cuando vi esa gigantesca cola. El viento era de unos 35 km/h. Si hubiera sido cinco kilómetros más, habría habido más muertos ese día”.

En un escenario en que hasta los mejores luchan por sobrevivir, el pelotón de montañeros acabó siendo una ratonera. A 8.000 metros, no hay espacio para un carril de ida y otro de vuelta. “Me encontré allí como si fuera un policía de tráfico. Estuve tratando de dirigir ese atasco humano durante hora y media. Todo el mundo quería subir y todo el mundo quería bajar. Lo que hice fue pararme y controlar el tráfico. Iba mandando gente arriba y abajo continuamente”, prosigue Purja su relato.

Curiosamente, la foto de denuncia del alpinista nepalí —que lamenta que algunos medios hayan usado sin citarle— ilustra una realidad de la que él mismo participa. Purja está inmerso en Project Possible 14/7, su reto de escalar los 14 ochomiles en siete meses cuando el anterior registro es de siete años y 10 meses, propiedad del coreano Kim Chang-ho (murió en 2018 por una avalancha), un mes menos que el polaco Jerzy Kukuczka, que enlazó las cimas entre 1979 y 1987 sin pensar jamás que estaba en una competición. Ahora hay un alpinismo que mira hacia los récords. “Estoy intentando lo imposible”, explica Nirmal Purja, “romper la marca de los 14 ochomiles y romper otros récords como el del ascenso más rápido al Everest. Quiero probar lo que puede conseguir el ser humano, su potencial”. Y para ello, toda ayuda es poca: cuerdas fijas, oxígeno embotellado, sherpas, helicópteros para los desplazamientos… Todo para conseguir una marca o, en el caso de esos turistas hacinados en el Everest, el simple sello de haber puesto los pies en la cima del mundo.

 

En su carrera, Purja ha subido desde abril seis cumbres en tiempo récord: Annapurna, Dhaulagiri, Kanchenjunga, Makalu, Everest y Lhotse (tiene el registro más veloz de encadenar estas dos últimas cimas en 10 horas, en 2017). En junio lo intentará en el Nanga Parbat, Gasherbrum I y II, Broad Peak y K2, y para otoño le quedarán Manaslu, Cho Oyu y Shisha Pangma. Un maratón.

“Creo que la montaña es para todos. Si la gente quiere subir el Everest, tiene derecho. Hay muchas rutas diferentes por las que se puede subir. Simplemente, hay que saber gestionar bien esa cantidad de gente”, afirma Purja, un alpinista con alma de militar. Fue soldado de la Marina Real Británica, condecorado el año pasado como miembro de la Orden del Imperio por la reina Isabel II. “Yo estuve con los gurkhas [pueblo combatiente nepalí] y fui a la guerra. Provengo de las fuerzas británicas. Ahí te crees que eres invencible, te crees el más grande. Y cuando estás en la montaña, te hace poner las cosas en perspectiva. Te das cuenta de que no eres nadie”. O uno más en el atasco del Everest. Eso sí, autor de una foto histórica.

Información de: El País

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