Guerra comercial de Trump no afecta a Yiwu, la ciudad china que ‘fabrica’ la Navidad

23 diciembre 2018
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La ciudad comercial de Yiwu, en el sur de China, no tiene elfos ni nieve, pero es lo más cercano al imaginario taller de Santa.

Las calles de su distrito comercial están repletas de tiendas que venden todo lo relacionado con la Navidad: arbolitos, renos de plástico, coronas y luces de todos los colores. Las tiendas están llenas de pared a pared con artículos navideños, también dispuestos sobre la acera, para captar la atención de los compradores visitantes de Estados Unidos y otras naciones occidentales.

Se suponía que la guerra comercial del presidente de EU, Donald Trump, sería «el Grinch» que robaría la alegría navideña de este polo exportador ubicado al suroeste de Shanghái, pero al menos hasta ahora, el poder de la globalización y las consolidadas cadenas de distribución va ganando.

Hong Feihong, propietaria de Ziru Christmas Crafts, indica que “los pedidos de Estados Unidos para la Navidad de este año fueron bastante buenos. No me importa lo que Trump está haciendo, no nos afecta».

Ya sean series de luces titilantes, trineos de tamaño natural o delantales con la silueta de la señora Claus, los productos navideños hechos para la exportación son una industria de5 mil 600 millones de dólares en China y ningún otro país tiene la cadena de distribución y la infraestructura de producción para crear la Navidad en tales cantidades.

Tampoco ningún gremio en el país es tan experto en producir mercancías navideñas como el laberinto de pequeños fabricantes dispersos en el área de Yiwu, que representa el 70 por ciento de esas exportaciones, según Chen Jinlin, secretario general de la Asociación de la Industria de Productos Navideños de Yiwu.

Esa concentración de talento y recursos es una de las razones principales por las que los minoristas de todo el mundo siguen fieles a los proveedores de Yiwu, a pesar del arancel del 10 por ciento que Trump aplicó este verano a las luces navideñas y el papel de regalo fabricado en China. Incluso ante una inminente subida de esa tasa al 25 por ciento a partir del primero de enero, los minoristas no han movido sus compras a otros países.

«Ningún jugador en ese ecosistema quiere ser el primero en moverse», dice Michael McCool, director de la consultora AlixPartners con sede en Hong Kong. «Y como nadie quiere ser el primero en moverse, nadie se mueve».

Debido a que Estados Unidos compra alrededor del 90 por ciento de sus luces navideñas a China, es uno de los artículos más afectados en la lista de aranceles a 5 mil 745 productos de la administración Trump. El año pasado, EU importó de China 419 millones de dólares en luces y 2 mil 300 millones de dólares en otros «artículos navideños», de acuerdo con la base de datos Comtrade de las Naciones Unidas.

Wang Chaoyi, propietario de Taizhou Huanyu Lighting, afirma que los aranceles no le preocupan mucho porque en lugar de vender las luces en tiras, las incorpora en productos navideños más grandes. Por lo tanto, sus mejores precios (menos de un dólar por 9 metros) están reservados para las empresas vecinas que hacen árboles, coronas y otros adornos iluminados.

Esos artículos navideños de mayor precio, a menudo destinados a las grandes tiendas estadounidenses, pueden absorber mejor el arancel que grava las luces.

Al final, Wang pronostica que los estadounidenses simplemente pagarán más por sus luces, porque los minoristas no tienen opciones más baratas.

«No pueden conseguir estas cosas en ninguna otra parte», dice, refiriéndose no solo a sus series de luces multicolores sino también a su cadena de suministro. «La ventaja es que podemos vender nuestros productos juntos, lo que ayuda a mantener el precio, ya que los compradores no tienen alternativa».

Para abastecer a una pequeña empresa como Taizhou Huanyu, que cuenta con unos 20 trabajadores y un ingreso anual de menos de 10 millones de yuanes (un millón 440 mil dólares), existe otro conjunto de pequeñas empresas: un proveedor de bombillas, otro de filamentos y otro de la resina plástica que recubre los cables.

Cuando Wang desarrolla una nueva combinación de colores o diseño, cada proveedor se adaptay envía nuevo material, lo que hace que sus localizaciones, a una hora de su fábrica, sean cruciales.

«Este puede ser un proceso muy ad hoc, por lo que debe hacerse cara a cara y depende de que todos estén cerca», explica McCool. «Es difícil lograr el mismo resultado si lo haces en otra parte».

Y para comprobarlo solo hay que preguntarles a los fabricantes de juguetes, que en los últimos años ensayaron trasladar parte de la producción a fábricas de menor costo en la India e Indonesia. La mayoría terminó regresando a China, donde ya contaban con las materias primas, la mano de obra, el transporte, la experiencia y la estabilidad política.

Durante el debate sobre los aranceles estadounidenses de este año, los minoristas (incluidos Walmart, Dollar Tree y Ace Hardware) escribieron a la administración Trump solicitando que las luces navideñas no se incluyeran en la lista.

«Hasta donde tenemos conocimiento, estos artículos no están disponibles económica y comercialmente fuera de China», escribió Ace Hardware en una carta fechada el 5 de septiembre al representante comercial de Estados Unidos.

Las luces navideñas son solo una parte del tira y afloja entre Xi Jinping y Trump. Su guerra comercial amenaza la manufactura mundial con recalibraciones radicales. Y aunque es posible reformar y recomponer una cadena de suministro, requiere tiempo y mucho dinero, advierte Hun Quach, vicepresidente de comercio internacional de la Retail Industry Leaders Association, un grupo de importantes minoristas de Estados Unidos que incluye a Best Buy, Home Depot, Lowe’s, Target y Walmart.

China domina perfectamente el trabajo de baja tecnología y baja cualificación que, sin embargo, requiere un sistema integrado de proveedores y ensambladores. Es por eso que una buena parte de la manufactura básica en China no se irá a ninguna parte pronto, aun cuando el presidente Xi impulse un cambio hacia industrias tecnológicas y automatizadas de mayor valor.

La celebración mundial de la Navidad también da a los fabricantes y marchantes de Yiwu una ventaja a la hora de negociar con los clientes, y cierta amortiguación ante los aranceles.

«Si no les gusta mi precio, siempre puedo vender a compradores de otro país», dice Ji Jingsen, al frente del fabricante de árboles artificiales Bosen Gongyi. «Lo que me preocupa es producir suficientes árboles para satisfacer la demanda, no me preocupa no poder venderlos».

La práctica minorista de ofrecer cada año nuevos diseños de productos también beneficia a Yiwu. Los productos más vendidos este año son artículos con colores que gustan a los millennials, como rosa pálido y menta, dice Hong de Ziru Christmas Crafts, y dichos cambios exigen una coordinación entre una cadena de suministro muy cohesionada.

Por ejemplo, cada arbolito rosa con copos de nieve y bellotas requiere que tres proveedores se ajusten a su visión.

«No es tan fácil como parece hacer un arbolito como éste. Cada parte es de una fábrica diferente», agrega.

La única mácula en la supremacía de las fábricas de Yiwu es su propio mercado local pues la mayoría de los chinos no celebran la Navidad, lo que significa que hay una demanda doméstica limitada para los adornos navideños que produce la ciudad.

Ante esa situación, los talleres de Yiwu siempre intentan innovar. Wang está experimentando con algunos diseños de luces que podrían ayudar a diversificar su fuente de ingresos. Entre los primeros prototipos están unas calabazas naranjas para Halloween y pequeñas linternas rojas para el Año Nuevo Chino. Pero por ahora,la Navidad sigue siendo la reina en Yiwu.

Información de: El Financiero

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