Simplifica
Es la primera regla y la más importante de todas: simplificar tu vida. Y esto en la práctica consiste en limpiar y tirar todo eso que no sirve, delegar responsabilidades, eliminar aficiones, reducir los deseos a lo esencial y dejar de acumular cosas que al final, más que hacernos felices, nos consumen tiempo y energía.
Pide ayuda (aunque te cueste dinero)
Simplificar objetos y actividades tiene un límite. Seguramente hay tareas de las que no podemos deshacernos, que tenemos que cumplir sí o sí, ¡y nos estresan porque nos falta tiempo para todas ellas!
En estos casos sólo existe una solución: pedir ayuda. No vale la pena darle más vueltas y torturarnos porque el tiempo no nos llega (que es lo que solemos hacer).
Encuentra un vehículo para descargar la mente
A veces no nos causa tanto estrés lo que hacemos a lo largo del día como la maraña de pensamientos que dan vueltas por nuestra cabeza.
Sal a pasear o a contemplar la naturaleza al menos quince minutos por día. Dar un paseo por un parque, por una calle que nos parezca encantadora o admirar las vistas desde nuestra casa nos ayuda a desconectar.
Desconecta: apaga el móvil por unas horas.
Es imposible relajarnos si estamos permanentemente conectados a todo lo que sucede en el mundo. Es preciso establecer espacios de desconexión para centrarnos en el presente, en el mundo real, en lo que está en nuestra mano aquí y ahora.
Aprende a decir NO
Vivir cumpliendo peticiones y órdenes de los demás puede ser muy estresante. Tal vez lo que te quita tiempo y energía no son las actividades que haces para ti, sino estar demasiado presente en la vida de los demás.