AVISO DE CURVA Rubén Olvera Marines

11 mayo 2018
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 JOSÉ ANTONIO MEADE, RESILIENCIA Y NUEVA ESTRATEGIA

De todos los candidatos, fue a José Antonio Meade a quien le tocó jugar con la peor mano. Y aunque estadísticamente las encuestas lo ubican en el tercer lugar de las preferencias, el aspirante por el PRI ha decidido extender la partida, no sin antes, como recomiendan los grandes maestros del poker cuando se tiene un mal inicio, dispuso prescindir de algunas cartas.

En efecto, con el relevo en la dirigencia nacional del PRI y el relanzamiento de su campaña, Meade cerró oídos ante aquellas voces y murmullos en boca de algunos empresarios y políticos –incluso algunos de su propio partido– que le insisten en que “no vale la pena jugarla”, sosteniendo su argumento de que, con una eventual declinación a favor de Ricardo Anaya, se detendría el arribo de López Obrador a la Presidencia.

Meade tiene un propósito y una nueva estrategia. Seguirá en la contienda para asegurar que el PRI mantenga una votación decorosa y evitar una caída histórica en el número de senadores y diputados federales, además de competir por algunas gubernaturas; Chiapas y Yucatán son la prioridad. Una declinación, sería la catástrofe para alcanzar este propósito.

Tal y como en política son todas las estrategias, la de Meade, el PRI y sus aliados, se revela diáfana y concreta: fortalecer y asegurar el voto corporativo.

Con la llegada de Rene Juárez Cisneros a la dirigencia del PRI, se reactivó el acercamiento con los sectores, específicamente con la CTM y la CNC, algo que Enrique Ochoa no ponderó. Al mismo tiempo, se inició la conformación de las tradicionales redes con los funcionarios públicos y burócratas, cosa que el secretario de Organización, Rubén Moreira, descuidó. Resta sólo una acción de la triada que define el voto corporativo del PRI: asegurar el sufragio de quienes conforman los distintos padrones de beneficiarios de los programas sociales. Para ello, el recién nombrado presidente del CEN del PRI, sumó a Manuel Cavazos Lerma, exgobernador de Tamaulipas y a José Encarnación Alfaro, viejo lobo de mar en las tareas de organización de redes y movilización electoral del PRI.

Con estos movimientos, José Antonio Meade, quien, sin ser priista, asumió la responsabilidad del relevo en el PRI, dejó en claro que la estrategia territorial, a través de la operación en los distintos seccionales, no estaba funcionando, y si lo hiciese, no sería suficiente para escalar, al menos al segundo puesto, como lo han dejado entrever los integrantes de su equipo cercano.

Pero falta algo más. El atisbo que terminó por desbancar a Enrique Ochoa como líder del PRI, fue que no logró consolidar una campaña en donde todos los candidatos a otros puestos de elección, sobre todo los más populares y mejor posicionados en sus distritos, municipios y estados, impulsaran la imagen del candidato presidencial. Por ejemplo, en Coahuila, como te habrás dado cuenta, sólo el aspirante a senador, Jericó Abramo, destaca, sin vacilaciones, la figura de Meade en su imagen y recorridos. De hecho, el fantasma del voto cruzado –sufragio por el PRI para candidatos locales y por Morena o el Frente para la presidencial–, recorre amenazante las oficinas del PRI en algunos estados; norteños, algunos de ellos.

En concreto, el futuro de José Antonio Meade y del PRI, está en función de que la nueva estrategia fortalezca su capacidad de resiliencia. Ese vocablo tan de moda en la economía, sociología y psicología, les aplica perfectamente, cuya mano de inicio, luce estadísticamente menos que competitiva.

La resiliencia significa que una persona y un sistema tienen la capacidad de desarrollar nuevas estrategias para adaptarse a un ambiente adverso a pesar de las limitantes o dificultades.  Meade abandonó la estrategia del candidato ciudadano para dar paso a la jugada que le ha dado las mejores partidas al PRI: el voto duro.

Te pido no cuestionar si se eligió o no la estrategia correcta. En las actuales circunstancias, el PRI no le quedaba más opción que ésta. No advirtió la curva, y la tomó a más de cien.

¡Felicidades a todas las mamás en su día!

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