¿POR QUÉ NADIE APLAUDE AL IEC?

23 junio 2017
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En esta ocasión los aplausos no fueron para Instituto Electoral de Coahuila. Por una simple razón: el escenario electoral resultó demasiado grande e imprevisto, no apto para actores aficionados.

Con apenas un año de existencia, el IEC, producto de la reforma electoral de 2014, a través de la cual se buscaba crear organismos electorales locales capaces de garantizar elecciones transparentes, y cuya integración de los órganos de dirección estuviera a salvo de la injerencia de los gobiernos estatales, en las recientes elecciones tuvo la desventura de protagonizar un drama shakesperiano (en Shakespeare, el protagonista invariablemente muere), cuando su desempeño lo delató como un actor amateur, idóneo sólo para comedias ligeras.

En efecto, las elección para elegir gobernador en Coahuila fue tan dramática, competida y compleja, que ni la constancia de mayoría otorgada por el IEC a Miguel Riquelme logró convencer a la audiencia que Coahuila tiene un gobernador en firme. Al contrario, las impugnaciones interpuestas por el bloque opositor, denominado Frente por un Coahuila Digno, junto a la desconfianza del público, revelada en una reciente encuesta divulgada por un diario de circulación nacional, en donde un microscópico 10% consideró que en Coahuila las elecciones fueron limpias, amenazan con modificar la narrativa escrita por el Instituto Nacional Electoral, organismo rector del sistema electoral nacional, donde los Organismos Públicos Locales Electorales se convertirían en los héroes de la puesta en escena.

La obra de la creación, se volvió en contra del creador. La misma encuesta revela que el INE se vio afectado por las suspicacias surgidas en las recientes elecciones, puesto que un 60% de los encuestados consideró que el organismo federal no está preparado para organizar las próximas elecciones, entre otros aspectos por la sospecha de vínculos con el gobierno. Marco Baños, consejero del INE, definió a este efecto como “una resaca de credibilidad”, procedente de Coahuila y del Estado de México.

La parte más triste del drama no es la falta de aplausos para el IEC, sino el posible extravío de meses de preparación, millones de pesos invertidos y la actuación de los ciudadanos que participaron como funcionarios de casilla, que terminarán en el cuarto de tiliches, porque la elección se definirá en los tribunales.

Sólo imagina que alguno de los tribunales electorales, estatal o federal, ordene realizar nuevas elecciones. La tragedia se consumaría; el drama shakesperiano llegaría a su fin. El público que hoy permanece expectante, se transformaría en una turba con la mira puesta en los siete consejeros del IEC.

No se trata de abogar por ganadores o perdedores. En última instancia, ante una eventual anulación de las elecciones, los únicos perdedores serían el IEC y los electores. Incluso, aun ratificándose el triunfo de Miguel Riquelme, el IEC ya perdió. Al menos fue lo que indirectamente asumió el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, al admitir que el conteo rápido realizado la noche del 4 de junio en Coahuila, donde Guillermo Anaya resultaba el ganador, “pudo haberse realizado con errores metodológicos”. Córdova también se refirió al 28% de las actas no contabilizadas en el PREP, esgrimiendo que las anomalías “pudieron haber sido causadas por un diseño complejo de las actas”.

Simplemente no entiendo, ¿cómo un organismo que se dice profesional, eficaz, transparente, etc., etc., pudo haber cometido esos errores en una elección altamente competida, los cuales causaron o están a punto de causar una tragedia política en el estado?

La ironía es que el PRI debería sumarse al escarnio público en contra del IEC. Si el conteo rápido se realizó con errores metodológicos y si las actas no contabilizadas en el PREP incrementaban su ventaja, el perjudicado fue Miguel Riquelme; un triunfo marcado por la sospecha, debido a las escasas tablas del organismo electoral.

¿Y si en realidad no se presentaron los supuestos errores? Entonces, “el Oscar sería para el IEC”.

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